miércoles, 13 de septiembre de 2017

Alcaracejos: Viviendas para Maestros / as 1950 - 60

Localización de las seis viviendas: a la izquierda C/ San Isidro y a la derecha Casa Cuartel Guardia Civil
Fue tanto lo que Regiones Devastadas construyó en Alcaracejos que merecería un libro o una tesis doctoral. Es cierto que el Régimen franquista concentró todos sus esfuerzos en controlar al país, al mismo tiempo que en recuperarlo. En los pueblos era frecuente que el sistema proporcionara alojamiento a guardias civiles, médicos, maestros y párrocos. Se aseguraba así, o al menos se mejoraba, el orden establecido, la salud de la gente, la cultura oficial y la atención religiosa de las personas.

En Alcaracejos se hicieron seis casas para maestros que en su mayor parte fueron ocupadas por maestras, profesión muy feminizada en aquellos tiempos. Los planos a los que he tenido acceso datan de 1951. Tres de ellas se construyeron paralelas a la carretera de Pozoblanco, formando calle con el nº 21 de la C/ San Isidro y la Casa – Cuartel de la Guardia Civil. Es decir las tres primeras casas están situadas en medio de esas dos referencias. Las otras tres iniciaron una nueva calle, paralelas al costado izquierdo del cuartel y por tanto perpendiculares a la citada carretera.

Todas las casas se construyeron idénticas y con dos plantas. En la planta baja se accede a la vivienda mediante un porche[1]. Ya en el interior un despacho, salón comedor, armario/alacena (aprovechando el hueco de la escalera), cuarto de baño y cocina se comunicaban entre sí mediante un vestíbulo distribuidor. La cocina daba a un patio, algunos enormes, otros no tanto. Las escaleras, de tres tramos (detalle que indica cierta altura de las habitaciones) nos conducen a las cuatro estancias previstas como dormitorios. Todas las habitaciones tienen buenas ventanas y en el piso superior hay un balcón. Podemos asegurar que las casas estaban bien ventiladas.

Al ser mi madre maestra tuvimos la ocasión de disfrutar de una de estas casas. Mis padres y yo nos mudaríamos allí sobre 1958 -59. Las viviendas estaban bien construidas y eran amplias y con mucha luz. Como defectos puedo citar que eran frías y los marcos de balcón[2] y ventanas no eran de buena calidad. Se suponía que tenían agua corriente pero su llegada era irregular en todo el pueblo por lo que había que ayudarse de un pozo que había en el patio y de algunos carrillos con cántaros del “gran grifo público” que había en la plaza.

La primera casa la ocupamos mis padres y yo. A nuestro lado vivía la familia Pérez Jurado: los padres Pepe y Lucía y sus tres hijas Mª Celi, Pilar y Luci. Viviendo allí nació la cuarta niña: Mª José. Familia entrañable y cariñosa. Nuestras relaciones fueron y son fantásticas. Nunca olvidaré que se compraron una tele en blanco y negro y con frecuencia, por la noche, nos invitaban a ver algún programa. Allí oí cantar a la encantadora Gigliola Cinquetti la famosa canción “Non ho l’età (per amarti)” y ganar el festival de Eurovisión, en Copenhague, en 1964. En nuestra puerta, acompañados de un botijo, también comentamos la llegada del hombre a la Luna el 20 de julio de 1969, a las 10:56 hora de Florida. Neil Armstrong, mientras descendía por la escalera del módulo lunar, proclamó la famosa frase: "Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad". Posteriormente su compañero Aldrin, se unió a él ofreciendo una simple pero poderosa descripción de la superficie lunar: "Magnífica desolación".

La tercera casa la recuerdo desocupada. Luego fue destinada a acoger el Ayuntamiento pues el edificio de la plaza estuvo de obras varios años. Recuerdo que mi tío Rafael era el Alcalde. La parte baja estaba llena de papeles y documentos y arriba, en la habitación del balcón trabajaban Miguel Nieto y mi padre; Eufrasio Suárez – Secretario - tenía su despacho justo al terminar la escalera a mano derecha, dando al patio, y la habitación más grande era para el Sr Alcalde. Ramón Ferrer era el alguacil, buena gente y persona simpática con un humor increíble. Mariano Barbero y Pepe Olmo eran los municipales. Guzmán iba por allí para llevar el papeleo del Juzgado. Allí, en enero 1976, Miguel Nieto me facilitó un billete de autobús para irme a Córdoba al iniciar la mili.
En el plano del principio se observa perfectamente el espacio que quedó entre las casas 3ª y la 4ª
Fachada de las tres casas que dan a la Carretera de Pozoblanco

En la cuarta casa, primera en la calle paralela al Cuartel, vivían Dª María Sánchez y la Josefi. Creo que Dª María Sánchez era de Villaviciosa y Josefi, persona con la que compartía la casa, de Dos Torres. Dª María era una persona muy religiosa y como maestra bastante rígida. A ella le debo el aprendizaje de memoria de la tabla de multiplicar del cinco[3]. Ejercitar la memoria era el método que había. Repetir, repetir, repetir hasta la saciedad. Dª María ayudó a muchas niñas del pueblo a salir adelante animándolas a estudiar, solicitar becas, abrir horizontes. De alguna manera quería conseguir mujeres independientes y autónomas.

La casa número cinco la recuerdo habitada en un principio por Dª Andrea. Era soltera, algo mayor y muy dada a la filatelia. Con ella compartí esa afición por los sellos. Yo era un niño y ella me enseñó a “acariciar” esas estampillas con manos de seda, a protegerlos y colocarlos con todo el esmero y cariño del mundo. ¡ Cómo si fueran seres vivos!. Ella tenía una buena y ordenada colección que yo disfrutaba viendo. Me ayudó y orientó a iniciar la mía. Guardo algunos sellos de entonces pero mis preocupaciones pronto cambiaron de rumbo.

En esa casa también vivió D. Antonio Cañero que hizo honor a su apellido. Su mujer era Dª Lola y tuvieron una hija a la que llamaron Mari Loli. D. Antonio compartía nuestra enseñanza con D. Pedro Benito procurando que sacáramos el entonces llamado Bachiller Elemental. Sus métodos eran bastante criticables y algo dolorosos para los alumnos[4]. En esa casa, arriba D. Antonio intentaba que aprendiéramos Matemáticas y Latin: Miguel Ranchal, Juani Suárez, Félix Rodrigo, Anita Mengual, Pilar Nevado y un servidor. ¡¡ Que tormento eran aquellas clases!!. También dábamos clase en el grupo escolar, junto a la fuente de “Los Caños”, hoy sin agua.

En la casa número seis vivía D. Pedro Benito y Dª Isabel, maestro nacional y matrona – practicante (partos, inyecciones y curas de heridas). Eran muy amigos de mis padres y procedían de Villanueva de Córdoba. Tuvieron dos hijos: Victoria y Pedro. D. Pedro fue el que montó una especie de “academia” para estudiantes. Los otros maestros ayudaban. De D. Pedro podría contar miles de cosas buenas, fue mi maestro. Me ayudó y me enseñó a trabajar. Él era un trabajador nato, su ejemplo y labor fueron tremendos. En esa casa, la sexta, dábamos Lengua Española y Dibujo por las mañanas con Dª Isabel y por las tardes, era allí donde D. Pedro nos llevaba castigados – a su casa - si no nos sabíamos las lecciones. Su método era infalible: “Cuando te lo sepas, te vas”. A veces nos daban las 9 de la noche y en invierno eso era muy tarde. El castigo físico a los niños nunca está justificado pero en aquella época era frecuente (1950 – 1960) en la casa y en la escuela. D. Pedro a mí nunca me pegó.

Las casas siguen allí. Muchas de las personas que nombro han muerto. Así son las cosas. He tratado de recordar detalles y gente que en su época, fueron importantes para el pueblo y pusieron su granito de arena para conseguir un Alcaracejos mejor. La rueda sigue girando.
Viviendas de Maestros y Oficina de Turismo ( Google Maps, 2012)





[1] En ese porche, con la luz  encendida, es decir a vista de todo el mundo, “pelaban la pava” las muchachas que trabajaban internas en las casas.
[2] Mi habitación era la del balcón y recuerdo que al poco tiempo de vivir allí sus maderas se agrietaron, se pudrieron y el aire del norte se colaba por sus fisuras provocando cierto ambiente polar en mi cuarto. Afortunadamente tenía varias mantas.
[3] Nadie me enseñó que multiplicar era igual que sumar el multiplicando tantas veces como indicaba el multiplicador. Cuando me di cuenta de eso era demasiado mayor y había empleado unas pocas neuronas y demasiado tiempo en aprender de memoria las tablas de multiplicar. Allí empecé a comprender la importancia de la pedagogía.
[4] Aprendí que la letra con sangre entra bastante peor y que “Quién bien te quiere te hará feliz”. En mi vida de profesor de instituto esto me ayudó bastante para definir mis métodos. Ya se sabe: “Cada maestrito tiene su librito”.