miércoles, 29 de diciembre de 2021

Navidad, calles, vecin@s y Alcaracejos

 

Portal en escaparate. C/ Rafael Aguirre

Ayer visité Alcaracejos y pude comprobar que se ha vuelto a vestir de Navidad con un afán de superación digno de elogio. Ni el virus, ni la lluvia, ni las infinitas dificultades que conlleva vestir variadas calles, todas demasiado grandes y con características muy diferentes, han podido con el esfuerzo y la ilusión que supone engalanar tu calle y diseñar un rincón con olor navideño: vecinos y vecinas hacen magia con las calles del pueblo y lo transforman en un pueblo de cuento, cuento que por páginas tiene el relato que cada calle encierra: tema soporte de su creación e historia que la rodea, materiales que emplean – muchísimos reciclados – personas que intervienen, problemas encontrados, reuniones mantenidas, anécdotas, etc, …Al recorrer los diferentes escenarios te impregnas de sus mensajes, de su ambiente ficción y acabas por formar parte de ellos. Te sientes uno más porque su fantasía, felicidad, su hospitalidad y su alegría terminan por anidar en tu corazón.¡¡¡ Hay mucho cariño e ilusión y muchas horas de dedicación almacenados en esas calles !!!

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               Después de ver “El Nacimiento”, y un ingenioso árbol, de la calle Sevilla, pasé frio al recorrer la calle San Isidro, antigua calle de Regiones, convertida en “la Navidad de Olaf” y en particular en su rincón Frozen “El reino del hielo”: no se pueden perder las bellas expresiones de las caras sus figuras. La calle José L. Navarrete nos da la bienvenida al “Bosque de Navidad” y allí quise comer su “Casita de chocolate”. Me hubiera encantado, pero no pudo ser. Dar un paseo en el “Trineo de los Elfos” por el “Bosque mágico navideño” instalado por las calles Antonio López, Virgen de Guía y Antonio Caballero me hubiera hecho feliz, pero me convencieron para que no lo hiciera. Al pasar por la Plaza de los Pedroches, de repente, viajé 2000 años atrás al “pueblecito de Belén” y “su alegría me contagió al visitar El Portal y alrededores”; por cierto que en Belén me sorprendió encontrarme con tantísimos mojinos. Dicen que “No hay Navidad sin cuento” y en Alcaracejos estaba representado en la calle Ramón y Cajal con su sugerente Rincón de los Mojelfos, personajes nacidos en diciembre del 2021 y que habrá que tener en cuenta en un futuro.          

Árbol artesanal. C/ Cumbre

  En la calle Nueva me conmovieron los “Regalos con Ángel” donde las casas, balcones y ventanas mostraban sus enormes lazos como regalos. “Tener una casa es un regalo muy especial” se oyó en la oscuridad de la noche. En esta calle habían sido reutilizadas maderas deterioradas de la última inundación y cartelitos en las ventanas mostraban el agradecimiento de la calle a todos los establecimientos que colaboraron en su limpieza. Alcaracejos tiene sus propios “ángeles de la guarda”. Las calles Real y San Sebastián eran una fiesta de luz y colorido animadas por agradables pastoras y vecinas que, para mi placer, aparte de ofrecer presentes a los visitantes, no dejaron de cantar villancicos. Llamaron mi atención imágenes navideñas, realizadas con material sencillo y reciclado, aprovechando puerta, dintel y jambas de las casas. No perderse los ángeles hechos con unas perchas. Lugar destacado ocupaba su rincón “El Portal”. Más “Navidad en la calle”, imposible. La calle Cumbre era un pinar: Toda llena de “Pinos”. Todos entrañables: pinos en las puertas de las casas, un pino enorme de tetrabriks de leche, pinos de tela, …. Me llamó la atención un pino multicolor iluminado. Destacaba entre todos. Era una estructura de hierro, quizás alambre, forrada de tapetes cuadrados engarzados hechos a mano, algo tierno y encantador repleto del Espíritu de la Navidad y la gente mayor dando ejemplo de participación y entrega.

               De nuevo me sorprende la creatividad mojina: El café con leche” era el motor central de las calles Jesús y Real. Pura imaginación donde las capsulitas de café se convierten en piezas de museo. Simpáticos los granos gigantes de café. En la calle Capitán Ferrer Morales habían trasladado las costumbres terrenales de la Navidad al cielo, vamos que los ángeles seguían con sus villancicos y comiendo turrón, mazapán y perrunas. Pura ficción que da pie a un nuevo cuento. Las responsables de la calle Miguel López – dicen que solo han sido tres – se han multiplicado para estar presentes en el recorrido. Un esfuerzo reconocido aunque, al parecer, llegó una situación límite, pues en un portón luce solo un sugerente cartel que dice: “Aquí podríamos poner…..” y ya está… pero la calle luce y participa ¡y eso es lo importante!

Ángel hecho con perchas.
C/ Real y S. Sebastián 

               Después de casi tres horas dando vueltas por el pueblo llego al “Saloncito Navideño” de la C/ Rafael Aguirre, “Todo corazón”, y me dan ganas de sentarme a descansar: acogedor y cómodo. Original. Al final, en un escaparate de una tienda que vendió muebles, hay un portal con muchas figuritas con historia: tienen alrededor de ochenta años y se trata del Portal que ponían en la iglesia en nuestra infancia. Fue comprado por la “tía Margarita” que lo cedía a la parroquia cada Navidad para recogerlo a su fin. Con tanto trasiego, y con la edad, se deterioró mucho, pero ahora ha sido restaurado y las figuras aparecen vestidas con trajes muy vistosos. Otro viaje en el tiempo. “La ilusión reciclada” es obra de las calles José Ventura y Constitución. Un privilegio poder contemplarla en una noche templada como esta. En su rincón luce un jardín vertical digno de la mejor tienda de la Gran Vía y un pino delicado y esbelto completa un escenario de cine.


Puerta con Ángel. C/ Nueva

               Nuestro espíritu se ha reciclado para bien con este recorrido. El objetivo de El Grinch de robar la Navidad, eliminar adornos y regalos e impedir que llegue no se ha cumplido para nada. Si alguno somos un poco grinch este paseo por las calles de Alcaracejos lo borra por completo. Por cierto que su historia la pueden conocer en la calle Velázquez con su maravilloso rincón “El jardín de los juguetes”. Y no tengan miedo al visitarla porque el grinch acabó amando la Navidad como el que más.

               Son excesivos los detalles, las horas de trabajo que hay detrás….pero resulta imposible recogerlo todo ¡¡ Es mucho más lo que olvido que lo que aparece: es excesivo lo que no se ve!!....pero ahí está el resultado de un magnífico trabajo. Habéis hecho un pueblo mejor. Enhorabuena a todos y a todas, incluido nuestro Ayuntamiento.

Reno hecho de encina. C/ Antonio López y otras
 

Rincón "La ilusión reciclada". C/ José Ventura y Constitución
 

Homenaje a Los Coloquios. Giuseppe y Rebeca
C/ Plaza de los Pedroches
 

Garzas. Calles Antonio López, Virgen de Guía y Antonio Caballero

Gnomo

           

 

 







viernes, 10 de diciembre de 2021

La Cañada: retazos de su historia

Paraje de La Cañada, Alcaracejos (2011, Google)

La palabra Cañada nos proyecta la imagen y el sonido de multitud de ovejas guiadas por sus pastores y sus perros. Las cañadas, con más de 70 metros de anchura, son las hermanas mayores de los cordeles, 37’5 m., veredas, hasta 20 m. y coladas, menos de 20 m. Por su importancia y uso por la trashumancia, las cañadas más importantes se convirtieron en “reales” y fueron reguladas por edicto del rey Alfonso X el Sabio en 1273. En su conjunto, si observamos el mapa de España, eran como una cortina de autopistas que bajaban y unían el norte con el centro y el sur. Por nuestro término pasa la Cañada Real Soriana Oriental, vía de excepcional importancia que, con más de 800 kilómetros, comienza en Soria y llega hasta Sevilla.

                Alcaracejos tiene su propia Cañada. Se conoce así un ensanchamiento del antiguo camino de Córdoba a Almadén que, en el casco urbano más actual, iba por el callejón del Hospital, calle Empedrada, Travesía de Ramón y Cajal a San Isidro y Campo de Deportes, según José López Navarrete, archivo viviente y generoso de historias poco escritas, un Alcaracejos encarnado.

                Cuando éramos niños, recién inaugurados los sesenta, la Cañada era un gran espacio abierto limitado por la cara este del entonces campo de fútbol S. Isidro, un recinto cerrado con paredes de barro construido, posiblemente, por una empresa minera que por entonces explotaba el subsuelo del término mojino. En la esquina sur, a la derecha del rectángulo, por fuera, tenían por costumbre acampar los gitanos con sus familias. Sus vistosos carromatos los identificaban desde lejos. Allí montaban su campamento. Estaban solamente unos días. Siempre había una lumbre encendida con un puchero puesto y niños mal vestidos merodeando a su alrededor acompañados de galgos, muy flacuchos, con un palo delgado colgado de su cuello. Al parecer, este extraño colgante, hoy desaparecido, dificulta su carrera al golpear las patas delanteras y evitan que se alejen de la gente que cuidan. La particular forma de vivir de estas personas, yendo de un lado para otro y siempre al aire libre, era un ejemplo claro de un nomadismo típico en la España de la época, mezcla de costumbres y, con total certeza, de necesidad. En cualquier caso, siempre formarán parte de las imágenes de mi niñez.

                En esa gran explanada, al fondo, a la izquierda, había un pozo con abrevaderos y una serie de prismas cuadrangulares, alineados, hechos de pizarra, granito y de ladrillos, no demasiado altos. Sobre ellos ponían las mujeres el barreño de cinc y en su interior la tabla escalonada para lavar la ropa. Allí hacían la colada a base de sus manos y de jabón de sosa. La imagen de una mujer, con rodete y barreño conteniendo la ropa sobre su erguido cuello, la mantengo en mi mente. Un día desapareció el conjunto y quedó, por fortuna, solo el pozo, su brocal y tres pilas de granito. Gozan de la protección de una serie de pequeños postes, de granito también, que bordean un semicírculo.                

Dibujo del antiguo depósito de agua (1960). Goval

A la derecha de ese lavadero público, entre él y el cementerio, en un pequeño promontorio estaba un depósito de agua que venía del Horcajo (Ciudad Real), y que por horas, y solo en algunas casas, beneficiaba al pueblo. Según López Navarrete, entre 1975 -76, llegó una empresa al pueblo y arrambló con todo lo que fuera hierro (tuberías, tapaderas, etc…). Ni del terraplén, que fue bajado y subido miles de veces con las bicicletas, ni de aquel depósito queda rastro alguno. En ausencia de fotos, Goval, amigo y excepcional dibujante, nos refresca la memoria de ese trozo de patrimonio mojino desgraciadamente perdido para siempre.              

 La Cañada era también el lugar que acogía la Feria de Ganados, allá por el mes de septiembre, con motivo de la festividad de San Nicolás de  Tolenti- no[1]. Corresponde a 1950 este fragmento de acta del pleno municipal[2] bajo la presidencia del alcalde Florián Rísquez Puerto: “La Alcaldía manifiesta que como la Feria de Ganados se celebrará en la Cañada, es de su parecer que se necesiten, buscar o confeccionar, dos pilas para abrevar, facultando a la Alcaldía para que se hagan las gestiones de las mismas y vea si de las pilas del Pozo denominado nuevo hay alguna sobrante y si es posible trasladar una más, puesto que dicho lavadero es poco usado. También se acuerda que la Comisión de Festejos dé principio a las gestiones necesarias para la celebración de tales fiestas y feria”. Esta feria ganadera fue llevada a la poesía por Claudio Muriel en 1951[3]:

Por el acuerdo de unos y la aprobación de otros,

jicieron feria en mi pueblo pá vender mulos y potros.

 ¿Pero tú no lo sabías? hombre una barbariá,

¡Cómo se pone esos días! de ganao la Cañá!.  … //….

            Hoy día los terrenos de la antigua Cañada albergan el Pabellón Polideportivo, una pequeña placita para los populares festejos taurinos, “las vaquillas” y, por acuerdo del Ayuntamiento, se instala allí la feria de Julio. La Plaza de los Pedroches se ha quedado para eventos más tranquilos que no invadan las madrugadas, normalmente lúdicos o culturales.

             A la historia de La Cañada hay que sumar un dato relevante para la memoria de Alcaracejos: su pozo fue construido por el primer ayuntamiento republicano en la II República, constituido el 5 de junio de 1931. Esta afirmación se basa en varias referencias encontradas en su Archivo Municipal: Así en la sesión extraordinaria del pleno del 14 de julio de 1931 se aprueba “que se haga un pozo para abrevadero público en La Cañada[4]. En la sesión del 2 de agosto, bajo la presidencia de Lorenzo Pedrajas Benítez que hacía de alcalde accidental, en presencia de las tres cuartas partes del número total de concejales y dentro del presupuesto del Plan de Obras municipales se aprueba “la construcción de una fuente en la Cañada con destino a lavadero público por 6.000 pesetas[5]. Se observa el cambio de abrevadero por lavadero, siempre públicos. La última referencia escrita la podemos ver en el acta del pleno del 16 de agosto de 1931[6] en la que “se faculta a la Comisión de obras públicas para que resuelva lo relativo al desagüe de la fuente que se está construyendo en la Cañada”.

            La confirmación definitiva, a día de hoy, está a la vista de todos/as en la cara sur del brocal del pozo sito, claro está, en La Cañada. Aunque alguien trató de borrarlo a golpe de martillo y cincel, herramientas frecuentes en Los Pedroches, con un poco de paciencia y buscando el mejor ángulo de la luz que incide, se puede leer: “PRIMER AYUNTAMIENTO REPUBLICANO – 1931”. Las dos primeras palabras se leen perfectamente. La palabra REPUBLICANO está conciezudamente borrada, pero la extensión del hueco dejado, alguna letra suelta y los documentos encontrados me conducen a reafirmarme en lo dicho. La fecha, algo dudosa también por el daño causado por los golpes, podría ser 1931 ó 1937: a tenor de los datos encontrados en el archivo (AMAL) y que en 1937 no hubo ningún “primer ayuntamiento” me decanto por 1931. Así pues todo nos lleva a que el pozo / fuente de La Cañada es señal inequívoca del advenimiento de la II República en Alcaracejos. 

Inscripción en brocal de la fuente, 2015. Fotos S. Muriel




[1] Alcaracejos tiene con este santo un voto de agradecimiento perpetuo por haberlo librado de una epidemia de peste, en 1800 según López Navarrete, J.

[2]HC227.3 Acta del 8 de agosto de 1950, AMAL.

[3] Muriel Rísquez, C., Alcaracejos y otros lugares: una visión muy personal. Edita Sebastián Muriel, 2018, pág 17.

[4] HC231.4, AMAL.

[5] Idem.

[6] HC231.7, AMAL.