jueves, 2 de marzo de 2017

( I I ) ALCARACEJOS: Huelga 24 de mayo de 1898 ¿Crisis del 98, solidaridad, problemas laborales?

          Una pequeña introducción para situarnos: Hablamos de los desórdenes ocurridos en Alcaracejos el 24 de Mayo de 1898. En el apartado ( I ) dejamos claro la fuerte relación de Alcaracejos con la minería en esa época. En este segundo apartado (I I) vamos a analizar los diferentes contextos que de alguna forma pudieron sustentar las causas que motivaron esa jornada de lucha.
Contexto nacional: En mayo de 1898 reinaba en España como reina regente María Cristina, madre de Alfonso XIII y segunda esposa de Alfonso XII. Cánovas había sido asesinado en 1897 y la Presidencia del Consejo de Ministros la ostentaba el liberal Sagasta, tras haber “ganado” las elecciones en Marzo del 98 al conservador Francisco Silvela.

[1]A medida que avanza el siglo XIX, el descontento social fue patente en toda España. La tensión provocada por las guerras carlistas, pérdidas coloniales, pronunciamientos militares, hundimiento de la peseta y subida de los alimentos de primera necesidad, etc. se masticaba en todos los ambientes. El Pacto del Pardo (24.XI.1885) no ayudó a animar el país. Más bien esa pactada alternancia en el Gobierno entre Cánovas y Sagasta provocó una cierta tristeza democrática[2] haciendo que la conocida Restauración Borbónica perdiera credibilidad y el apoyo de la gente. El fraude electoral impedía que voces contrarias al sistema se expresaran en la Cortes y el descontento entre la España oficial y la real se hizo muy evidente. También fue el momento del despertar del nacionalismo catalán y vasco[3], y del crecimiento del movimiento obrero tanto socialista como anarquista, este último adquiriendo con frecuencia un carácter violento en forma de insurrecciones campesinas en Andalucía y de terrorismo en Cataluña[4]. La guerra en Cuba con Estados Unidos y la entrega de Filipinas a los yanquis culminaron el gran desastre de 1898. El Diario de Córdoba publicó los nombres de los cordobeses repatriados desde el 26 de agosto de 1898 al 7 de noviembre de 1899. Entre ellos estuvo el mojino Rafael Pérez que llegó a La Coruña el 21 de septiembre 1898.[5] Unamuno quita importancia a la pérdida de las colonias como causa de la crisis. Alude a que “En España son muchísimos más los que trabajan en silencio, preocupados tan sólo por el pan de cada día, que los inquietos por los públicos sucesos”. Y era cierto: lo que realmente importaba a las clases populares españolas era el pan de cada día[6]. Así lo confirman los disturbios de Gijón y Talavera de la Reina. Disturbios que prendieron en todo el país.
La crisis de 1898, aparte de económica y social, fue una crisis moral, una humillación que se extendió por todo un país empobrecido. Lo que quedaba de la “España imperial” fue aniquilado militarmente por unos “recién llegados” sin historia y sin categoría. España sin sus grandes colonias quedaba reducida a un país del sur de Europa con cierta influencia en el Norte de África, un PIB poco esperanzador y un elevado índice de analfabetos (63 %). La antigua gloria dejaba entrever un futuro relleno de incertidumbre dentro y fuera de España.
Contexto laboral:
Aunque no hemos encontrado datos directos, si sabemos que en la minería metálica cordobesa la jornada en el interior de la mina era de 8 horas diarias netas, es decir que no se tenía en cuenta el desplazamiento desde la bocamina hasta el tajo y viceversa. En el exterior la jornada era de 9½ a 10½. “Las muertes o los accidentes que originaban incapacidad – con la consiguiente baja – generaban una situación social angustiosa. Hasta 1900 el trabajador no recibió amparo social alguno. A partir de esa fecha el obrero percibía sólo una insuficiente ayuda que le prestaba la Ley de Accidentes de Trabajo a no ser que la empresa tuviese una Caja de Socorro. La mayor parte de esas ayudas eran sufragadas con las retenciones del 2 % que le hacían a los trabajadores y que ellas [las empresas] administraban………En la década 1860 – 1870 y en años inmediatos, ni los mineros del País Cordobés, ni los del resto de España, disponen de organizaciones de defensa frente a las duras condiciones de trabajo impuestas por las empresas y por la banca extranjera. El trabajador podía contentarse con salir vivo, cada día, de la sucesiva aventura que suponía bajar al fondo de la mina. Las explotaciones mineras eran penosas y peligrosas, jornada laboral excesiva, falta de viviendas al pie de la mina y salarios de hambre hacían que un buen número de mineros murieran jóvenes[7].
Minero trabajando en una veta. 1869
(Tomada de Simonin)
En la década de 1870 – 1880 se investigan yacimientos en Posadas, Alcaracejos y Villanueva del Duque y mejoran los procedimientos mecánicos de extracción y desagüe, lo que - indirectamente – implica una mayor seguridad para los trabajadores. En Córdoba no constan asociaciones de mineros que defiendan sus intereses.
Entre 1880 y 1890 se produce un desarrollo extraordinario de la minería y de la metalurgia del plomo, a pesar de la bajada de su precio en Londres. El impulso dado por la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya – constituida en París en 1881 – y la Compañía de Belmez, con la explotación del carbón, es enorme para la provincia de Córdoba. En la última década del siglo, 1890 – 1900, se desarrolla una tremenda actividad en la minería española del plomo. En concreto, destacan las explotaciones de Araceli, Terreras y Demetrio, en los términos municipales de Villanueva del Duque y Alcaracejos.[8]
A pesar de ese gran movimiento las condiciones de vida de los mineros siguen siendo, pese a ciertos progresos, realmente inhumanas, como lo fueron en las anteriores décadas. Accidentes y enfermedades profesionales están a la orden del día. El nuevo siglo se inicia sin ningún sistema de protección social ni para los mineros ni para sus familias[9]. La tensión social está a flor de piel y se empiezan a hacer presentes nuevas ideologías que defienden a las clases más débiles (sindicalismo, socialismo, anarquismo y comunismo) frente al capital y a los poderosos.

Como podemos observar las condiciones laborales del sector de la minería al final del siglo XIX eran un desastre. Alcaracejos no fue una excepción pues la banca y el gran capital – español o extranjero – se comportaron lo mismo en todos sitios: misma dureza en las condiciones laborales y los mismos abusos (salarios de hambre, muchas horas de trabajo, ausencia de medidas de protección social, escasa o nula atención sanitaria, falta de medidas de seguridad en el interior de los pozos, leyes que no se cumplen, niños mineros aprendiendo en la mina para ser buenos mineros adultos, trabajos a destajo,  etc…). Están cansados de pasar fatigas y necesidades y es por esto por lo que dan rienda suelta a su malestar. A esas pésimas condiciones de trabajo se unió la subida en el precio del trigo, la escasez y la carestía del pan – alimento de primera necesidad – y una inoportuna falta de lluvia que tenía paralizada a la clase jornalera agraria. Por todo ello montan una intensa jornada de protesta el 24 de mayo de 1898. Las detenciones de algunos mineros solo hacen engordar el follón. Tendremos que esperar a 1909 para que algunas mejoras laborales se planteen en serio.[10]
Portada  del 11 de mayo 1898

Contexto provincial: Eran malos tiempos. Los tumultos, manifestaciones, motines, algaradas, gritos, choques con la fuerza pública etc se produjeron en ciudades, barrios y pueblos. La crisis social y económica alcanzó a todo el territorio nacional. Centrándonos en Andalucía y en Córdoba nos encontramos que el 9 de Mayo de 1898 la Capitanía General de Sevilla y Granada, por iniciativa de los Gobiernos Civiles provinciales y con la autorización del Gobierno de Su Majestad, declaró el estado de guerra[11] en toda la región. El objetivo era mantener el orden público, controlar determinada prensa, perseguir con dureza las manifestaciones no autorizadas, etc….en definitiva se trata de sustituir el Código Civil por el Código de Justicia Militar, mucho más duro e intransigente. La situación era delicada.
En toda la prensa de ese año aparecen noticias mezcladas de la Guerra de Cuba y Filipinas con noticias relativas a la crisis socio-económica que sufría el país.
En Córdoba capital, el mismo día que se declaró el estado de guerra se produjo un motín de cierta consideración en la ciudad. Habían subido el precio del trigo y del pan y centenares de mujeres y muchachos de los barrios más humildes recorrieron las calles gritando ¡abajo los consumos[12]! ¡Abajo el precio del pan!. Atacaron la oficina de la empresa arrendataria de consumos, asaltaron cuatro fielatos[13] de la ciudad provocando roturas, incendios y graves destrozos, interviniendo la caballería y la infantería de la Guardia Civil. Al final se bajó el precio del pan asumiendo el ayuntamiento y los mayores contribuyentes parte del precio. En la portada del citado Diario de Córdoba del día 10 de Mayo el corresponsal de Fuente Obejuna [14]da cuenta de que, ante las serias protestas de varias vecinas, el Alcalde ha tenido que suspender el envío de más de cien fanegas de trigo a Alicante. Se publicó un bando municipal prohibiendo la salida de trigo y de harina. Se trataba a toda costa de que no hubiera conflictos por la escasez o la subida del precio del pan. En la página tercera se informa de un motín en Bujalance de mujeres y muchachos solicitando la abolición de consumos y bajada en el precio del pan. En Linares hubo una sangrienta lucha con varios muertos y más de cuarenta heridos. Entre los primeros se encontraban el Alcalde y un notario.
Crisis obrera en Pozoblanco y Palma del Río

El miércoles 11 de Mayo el Diario de Córdoba, en su primera página, relata sucesos muy parecidos en Pozoblanco[15], donde una manifestación de mujeres y chiquillos gritaban con fuerza que se les diera trabajo, se bajase el precio del pan y se quitara el impuesto de consumos. El Ayuntamiento llegó a contratar hasta 500 jornaleros en la composición de caminos y logró poner de acuerdo a propietarios, tratantes de trigo y panaderos para rebajar el precio del pan. En Palma del Rio, después de días de tensa conflictividad, el asunto se arregló porque, por un lado, el Ayuntamiento dispuso dar raciones de pan y comestibles bien condimentados, á razón del número de familia que cada uno tuviera. Por otra parte se creó una tienda-asilo que facilitaba raciones de pan y cocidos a precios ínfimos.
Así pues lo ocurrido en Alcaracejos el 24 de mayo de 1898 fue una muestra más del fuerte descontento popular generalizado por la falta de trabajo, escasez y carestía de artículos de primera necesidad – sobre todo del pan – impuestos de consumos, pésimas condiciones de trabajo en las minas y en el campo etc. La vieja política de Cánovas y Sagasta habían proporcionado una falsa estabilidad, que basada en la corrupción política, impedía visualizar la miseria del pueblo, el mal reparto geográfico de una tardía revolución industrial, el caciquismo, el pucherazo electoral y el triunfo de una oligarquía económica y política, que favoreciendo a la burguesía vasca y catalana, se adueñó de casi todo el suelo productivo agrario español mediante tramposas desamortizaciones que generando improductivos latifundios y mano de obra barata en una extensa clase de jornaleros hambrientos y analfabetos. Ante tal situación, el Regeneracionismo se abría camino.




[2] En las elecciones generales celebradas en esa época, bajo el paraguas de la Constitución de 1876, no se conocieron los resultados de la abstención y era indudable la manipulación de los resultados que llevaron al Gobierno, una y otra vez, a liberales y conservadores. https://es.wikipedia.org
[3] La región más perjudicada por la pérdida de las colonias fue Cataluña y su industria lo que generó una considerable conflictividad social y un resurgimiento de la identidad catalana. En 1895 Sabino Arana fundó el Partido Nacionalista Vasco. En Galicia miles de hombres optaron por emigrar, principalmente a América, y también se vio impulsado un incipiente nacionalismo en una situación de malestar general.
[5] Andalucía y la repatriación de los soldados en la guerra del 98.Coordinado por Patricio Hidalgo Nuchera, profesor de Historia de América de la UAM.2010.
[6] Jesús Á Redondo Cardeñoso, “El turno de los campesinos: protesta social en la España Rural del cambio de siglo (1898-1923); Revista de História da Sociedade e da Cultura. Universidad de Coimbra (2012).
[7] Hernando Luna, Rafael; Hernando Fernández, José Luis “Estudios socioeconómicos: La aportación trágica de los trabajadores al desarrollo de la minería en la provincia de Córdoba. Grandes catástrofes mineras (1854-1918)”. (Real Academia de Córdoba, de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, 1999).
[8] Idem
[9] Idem
[10] Si en 1909 las asociaciones socialistas obreras españolas hicieron al Gobierno las siguientes peticiones, fue porque nada de esto pudieron conseguir a lo largo de los últimos 50 años.
1.- Jornada de ocho horas.2.- Salario mínimo de 3’50 pts. 3.- Supresión de agentes armados. 4.- Cumplimiento de las leyes sobre economatos, pago de jornales y hospitales. 5.- Inspección de las minas a través del Instituto de Reformas Sociales. 6.- Supresión del trabajo de mujeres y niños. 7.- Supresión de retenciones.8.- Adopción de medidas que eviten lo más posible los accidentes de trabajo.9.- Mejora de las condiciones de trabajo para los mineros de Almadén. 10.- Pensiones vitalicias satisfechas por las compañías explotadoras con destino a los mineros accidentados que quedasen inútiles. 11.- Inspección por una Comisión del Instituto de Reformas Sociales, en las que figure un Vocal obrero.
[11] Diario de Córdoba, de Comercio, Industria, Administración, Noticias y Avisos (10 de Mayo de 1898).
[12] Impuesto de consumos se llama así a un impuesto indirecto establecido en la España del siglo XIX. Fue ampliamente criticado por gravar los bienes de primera necesidad (comer, beber y arder): alimentos, bebidas alcohólicas, combustibles y sal. Protagonizó el debate político, económico y social dentro del liberalismo español. Se convirtió en un demonio para los contribuyentes, especialmente para las clases más modestas sobre las que se cebaba este impuesto. Los “consumos” llegaron a suponer el 60% de los ingresos en las arcas municipales. Algunos municipios lo cancelaron por presión de los vecinos.
[13] Oficina que existía antiguamente a la entrada de las poblaciones, donde se cobraban los impuestos por la entrada y salida de mercancías de consumo.
[14] Idem (10)
[15] Diario de Córdoba, de Comercio, Industria, Administración, Noticias y Avisos (11 Mayo de 1898).

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