Paleta, picón,
brasero. Tarima, tufo, enagüillas. Mesa camilla, alambrera,
cabrillas,
brasa, soplillo y algunas, espinilleras.
Para conocer su origen nos remontamos a la Edad Media,
ya que en esa época se adoptó la costumbre, tomada de Roma y Grecia, de cubrir
la mesa cuando se organizaban comidas en reuniones. Más recientemente, la mesa
camilla debe provenir de nuestros abuelos (quizás finales del siglo XIX y
principios del XX) y de una nueva distribución de las casas.
Habitualmente son redondas, aunque no siempre. Puede
haberlas cuadradas o rectangulares. Por tamaño suelen ser pequeñas o al menos
no muy grandes y eran algo más bajas que las mesas de comedor para posibilitar
ciertas tareas. Su principal característica es que se trata de una mesa
cubierta por una tela, faldas o enaguas[1],
que, dejada caer, termina a escasa distancia del suelo por todos lados. La mesa
encaja, o tiene sujeta a ella, en una tarima[2]
de madera situada al final de sus patas, a ras del suelo, para evitar que los
pies lo toquen. En su centro hay un agujero circular donde se coloca el brasero[3],
antiguamente de picón[4],
que se solía encender con los rescoldos del anterior dando aire con un soplillo[5].
Este era el antiguo sistema de calefacción: el calor que proporciona la
combustión lenta del picón se queda almacenado debajo de la mesa ya que el faldón
o camilla no lo deja salir, aunque en algunas casas levantaban las
enagüillas para que el aire cálido escapara y calentara la estancia.
La familia, sobre todo en invierno, se reunía
alrededor de la mesa camilla. Allí giraba la vida de la casa. Al tener calientes
las piernas y los pies, sientes caliente todo el cuerpo. También podías
calentarte las manos. Las personas mayores se protegían la espalda con una
toquilla[6],
complemento ideal de la mesa camilla.
En aquellos tiempos, en las casas, había una sala especial
para recibir visitas en la cual se colocaban unos canapés poco o nada
confortables. En otra habitación, aparte, estaba la sala de estar con su mesa
camilla y asientos para toda la familia. En una repisa o en otra mesa auxiliar
solía estar la radio para escuchar las noticias, radionovelas, rezar el
rosario, oír música etc. Sobre la mesa se jugaba a las cartas, al parchís y a
la Oca, se leía … y en torno a ella, las mujeres hacían punto, cosían y
bordaban. Para comer se colocaba siempre un mantel encima del tablero.
Hoy día estas mesas han casi desaparecido aunque en
los pueblos aún se utilizan. El brasero de picón se ha cambiado por uno
eléctrico o un radiador de aceite. La sala de estar y la sala de las visitas
terminaron fusionándose en una sola habitación con sofás o sillones para ver la
tele. Aunque la calefacción central es hoy lo más frecuente en casas, pisos y
establecimientos, la mesa camilla, con su brasero eléctrico o de picón en el
ámbito rural, sigue estando presente en multitud de hogares. Ante la crisis
energética que padecemos puedo garantizar que es una magnífica solución.
Alrededor de la mesa camilla se mantenían, sobre todo
por la tarde y por la noche, conversaciones de todo tipo, se intercambiaban
opiniones y confidencias y los mayores contaban a los niños aventuras, experiencias
y cuentos. No era necesario levantar la voz pues las distancias eran muy
cortas. Los juegos y la conversación permitían una rica convivencia entre niños
y adultos lo que transmutaba aquel espacio en lugar de encuentro y aprendizaje.
En el brasero se podían asar bellotas y castañas para regocijo de mayores y
pequeños. ¡Estaban buenísimas!
La mesa camilla también se usaba como secadora
bastante eficaz. Justo debajo del tablero se le podía colocar un cajón cuyo
fondo era de tela metálica con grandes agujeros. Entre las enagüillas, el brasero
y el metal de la rejilla el calor se aprovechaba al máximo. La única pena era su
tamaño: demasiado pequeño, debido a las dimensiones de la mesa, y poca altura,
para poder meter las rodillas. También servía como horno: mantenía los platos calientes
si alguien llegaba tarde para comer o cenar.
Otro inconveniente que se puede presentar son los incendios: al estar el brasero sobre una tarima de madera y removerlo[7] con la paleta o el badil, se corre el riesgo de que algún ascua caiga fuera y la madera prenda.
Espinilleras "caseras" para proteger del calor. |
Otro inconveniente es que el exceso de calor
prolongado en las piernas produce cabrillas[9]
(Eritema AB IGNE) y otros problemas más graves como varices o insuficiencia venosa. Para
evitarlas en Alcaracejos se utilizaban unas espinilleras
de cartón atadas con cintas por detrás de las pantorrillas. Eran muy útiles y
se fabricaban en las propias casas.
A mediados del siglo XX, en mi niñez, recuerdo que en
muchos bares de Los Pedroches, incluidos los casinos, se preparaban varias
mesas camilla para que la gente se sentara a tomar alguna cosa. Eran una gozada
pues te sentías como en tu propia casa.
En Pozoblanco, en el mítico bar-taberna de pueblo “El Reverendo”, regentado sabiamente por
Matías y su familia, hemos disfrutado de la mesa camilla, hasta el 2021, con
braseros alimentados por ascuas de encina de la chimenea. ¡Un placer! También
solía haber mesas camillas en las reboticas de algunas farmacias.
En el Museo etnográfico de Hinojosa del Duque, en la
típica sala de estar de la época (siglo XX) hay una mesa camilla en la que se
podía leer y escuchar la radio.
Y, entre otras miles de cosas más, el maestro, Jesús Quintero, el sin par “loco de la colina”, fundó la emisora Radio América, cuyo estudio principal dotó de una mesa camilla.
[1] Si son de tejido más liviano, más adorno que abrigo,
se las denomina faldillas, ropilla o enagüillas.
[2] Plataforma, generalmente de madera, levantada a poca
altura del suelo que tiene distintos usos.
[3] Recipiente de metal, poco profundo, provisto de un
foco de calor en el centro (brasas) usado para calentar un espacio. En la mesa,
suele ponerse sobre una tarima. Cierto tipo de braseros se utilizan para
calentar las camas.
[4] Carbón muy menudo, hecho de ramas de encina, jara o
pino, que solo sirve para los braseros.
[5] Soplillo: era un círculo de esparto con rabo, a modo
de abanico, para mover el aire y encender el brasero.
[6] Prenda de punto, generalmente de lana, que usan las
mujeres para abrigarse la espalda y los hombros. Es como una capa corta.
[7] En Alcaracejos y algunos pueblos de los Pedroches, darle un palito al brasero o darle un meneo
es introducir con cuidado la paleta, mejor por los lados, y hacer que la ceniza
se abra dejando al descubierto las ascuas que hay debajo. De esa manera
calentaba algo más. Mientras más meneos,
menos duraba el picón.
[8] Especie de jaula sin fondo hecha de alambre que se
coloca encima del brasero evitando así que los zapatos contacten con las
ascuas.
[9] Son unas manchas que se presentan en las piernas
debidas al calor directo en la zona afectada. Se denominan cabrillas porque se
asemejan a un rebaño de ovejas o cabras.
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