sábado, 31 de agosto de 2019

Entrevista Miguel " El Carpintero"

               Miguel García López, Miguel, el Carpintero en distancias cortas, nace en 1927 en Alcaracejos, en el actual número 6 de la calle Fuente, en la pequeña plaza que la inicia. Mirando al sur, la casa del rincón a la derecha. Algunos la conocen como la casa del pajero. Al poco tiempo se fueron a vivir a la C/ Sol, nº 20. Hoy 5 de agosto de 2019 tiene 91[1] años. La sonrisa fácil, la mente
Casa donde nació Miguel. C/ Fuente,6
ágil, el paso algo lento y el corazón grande. La sencillez le rebosa por sus cuatro costados y, puedo asegurar, que la bondad también. Miguel es un hombre bueno, en el buen sentido de la palabra bueno. Generoso, servicial y afable. Una persona con la que da gusto conversar. Por dos veces nos ha recibido en su casa con su hija Pepi. Todo ha sido amabilidad y buen hacer. Estoy convencido de que tan importante es el paisaje de nuestros pueblos como el paisanaje.
   Sus padres, de Añora, fueron José y Alfonsa y tuvieron cuatro hijos: Ana, Juan, Miguel y Pepe.
   Su padre se llamaba José García López, curiosamente con los mismos apellidos que su hijo. Era carpintero ebanista, sacristán[2], hacía fotografías, tocaba el violín, el piano, instrumentos de cuerda o de aire, etc….. Hizo los bueyes que en la actualidad siguen acompañando a la imagen de San Isidro. Su madre, Alfonsa López Ruiz, viuda desde 1933, fundamentalmente se dedicó a la casa y a los hijos.
Miguel, muy joven
   A la muerte de su padre, Miguel tiene seis años y se va a Añora con su tío Miguel, hermano de su padre, también carpintero. Asiste a la escuela hasta los nueve años con D. Antonio “el beato”, que era de Pozoblanco. “A veces, cuenta Miguel, por no sabernos la lección, nos dejaba encerrados en la escuela sin ir a comer”. Eran otros tiempos.
               Si vida laboral se inició con nueve años (1936), edad en la que empezó a guardar vacas de un tal Juan Bretón, noriego.
               Durante la guerra, que pasó en Añora, tuvo que salir tres veces de huida. La primera vez entre Dos Torres y Añora se refugiaron en una nave de ganado llenita de pulgas. Otra vez su huida llegó hasta El Guijo.
               El padre de Miguel tuvo otro hermano, sacristán en Pozoblanco en la iglesia de San Sebastián. Se llamaba Juan García López. Este tío suyo tuvo la mala fortuna de que dos amigos, del bando nacional, conocedores de su casa, se cobijaron allí. Llegaron los rojos persiguiéndolos y al descubrirlos mataron a los tres, aunque su tío Juan no sabía que estaban allí: Cosas de la guerra…, comenta.        
     A los 13 años, en 1940, entró de aprendiz de carpintero con su tío Miguel. En plan irónico expone que “en aquellos tiempos no había ni puntillas, por lo que teníamos que enderezar con cuidado las que se torcían”. Recuerda con claridad los carros que se hacían en aquella carpintería y como les ponían los aros de hierro a las ruedas. “Con leña, se hacía una circunferencia del tamaño del aro y se le pegaba fuego. El hierro tenía de perímetro tres centímetros menos que la rueda de madera. El aro se colocaba en ese fuego circular y se dilataba… dilatado se cogía entre tres personas y a base de golpes y maña había que meterlo en la rueda. Una vez metido se refrigeraba haciéndolo pasar por agua girando la rueda para evitar que la madera se quemara”.
Pura y su hermana María con
sus padres, Isabel y Santiago 
               Aparte de carros se hacían puertas, armarios, camas, etc… todo para el ajuar y también ataúdes. Estos últimos se pintaban con unos polvos de “humo de pez” que costaba mucho trabajo disolver en agua. También se forraban de tela por dentro con unas puntillitas muy pequeñas, como de medio centímetro. La carpintería estaba en la calle Olivos, calle que hoy sigue llamándose así.
  Miguel se asoció con Francisco Gómez “Francisquito”, compraron maquinaria y dejaron de hacer carros. “Francisquito” era muy chirigotero y le gustaba tirarse a las vaquillas en las ferias de Añora y Alcaracejos.
     Llegado el momento, Miguel tuvo que hacer la mili. Estuvo en Marruecos, en Regulares nº 6. Entre Chaouen y Tetuán sirvió veinte meses. Fue una época en la que había mucha miseria y estaba muy delgado. Nunca vino de permiso. Se licenció con 22 -23 años. Sería 1949.
  Después de la mili siguió en Añora con la carpintería. Tocaba la guitarra con otros amigos y organizaban bailes por su cuenta. Dice que la gente le preguntaba: Miguelito, ¿vas a hacer baile en la calle Melilla? Y él contestaba: “Depende de lo que se arrime el personal…”
   En 1956, Miguel y Pura se casan en Alcaracejos pero permanecen en Añora tres años más. Sus dos hijas nacen mojinas: Pepi en 1960 e Isabel en 1961. Se trae sus herramientas y su máquina combinada que hacía varias cosas: serraba, hacía molduras, etc… y se instalaron en la calle Nueva, nº 8, en la casa chica y desde allí se mudaron varios años a la calle El Sol, 20. Pura era hija de Santiago Rodríguez e Isabel Caballero que tuvieron tres hijos más: Marí, Miguel y Luis. Santiago tenía una popular y frecuentada taberna en la calle Nueva. Miguel y Pura en 1965 vuelven a trasladarse a la casa chica, cuando sus cuñados Miguel y Lucrecia se fueron a Pozoblanco con sus tres primeros hijos.
De izquierda a derecha: Eusebio Redondo , Luis Rguez Caballero (*),
 Fermín y Sra, Pura (hermana de Luis) y Miguel.
               En 1966 Miguel se colocó en la Mina del Rosalejo y se llevó allí su máquina. En la mina había mucho trabajo y tenían otra serradora. Estaba asegurado y la paga no estaba mal. Allí estuvo “diez años menos un día”. En su etapa de Alcaracejos Miguel formó rondalla con Fermín “el picapedrero” y otros.
               Lo cierto es que la vida laboral de Miguel ha sido un ir saltando de un lado para otro pues en 1974 se traslada a Córdoba colocándose en un taller de carpintería. Allí se trabajaba con maderas tóxicas, circunstancia que garganta y pulmones de Miguel no pudieron soportar. Tuvo que irse y encontró un pequeño taller en la barriada de Santa Rosa, en la Calle Olivo, en el que estuvo cuatro o cinco años. De allí pasó a un taller en el Campo de la Verdad, carretera de Castro del Rio. Se asoció con Manuel Pozo, villaduqueño que estuvo vendiendo helados por los pueblos de los Pedroches con una moto y un carrito verde. Estuvieron 19 años juntos actuando Pepe Sojo como autónomo y Miguel y Manolo como empleados.
               Pura, su mujer, muere en 1987, a la edad de 56 años. Miguel se jubila y se deshace de toda su maquinaria. Los diez años trabajados en la mina se contabilizaron como veinte, valían el doble.
               Desde hace años Miguel comparte su vida con su hija Pepi, viuda también. En verano se vienen al pueblo a la casa de su hija, que está edificada en lo que era la cámara de la taberna de “Santiago el Grillo”, pues en Córdoba hace demasiado calor. Miguel siempre fue un buen cocinero y procura que no se le olvide. Le enseñó Mª Gertrudis, esposa de su tío Miguel de Añora. A sus casi 92 años sigue haciendo unas habichuelas que le salen “bordás”, un exquisito pisto con pechuguitas de pollo que quitan el hipo, un suculento rabo de toro digno de restaurante, una sabrosísima tortilla de patatas y unas migas “tostás” a las que tiene cogida la medida: “para cinco personas se necesita 1 kilo de pan, ½ litro de agua más algo de vino blanco y ¼ litro de aceite”, unas buenas sardinitas y la mano y la experiencia de un chef de primera: Miguel “el carpintero”. Pepi, su hija, recomienda la ensalada de melón con pimientos asados, receta noriega. La hacía su abuela Alfonsa.
               La familia de Miguel siempre ha sido un poco artista. A las habilidades de su padre, ya citadas, hay que añadir unas preciosas pinturas veteadas de paredes que imitaban el mármol. Su hermano Juan pintaba cuadros sin que nadie le hubiera enseñado. Su hermano Pepe, casado con Amelia y padre de Josefa, Noni y Alfonso, aparte de carpintero y picapedrero, hacía figuras de caballitos y palomas, ayudado por su madre – Alfonsa – que luego rifaba por el pueblo. Estamos ante una familia muy creativa y muy autodidacta.
Chino de rio con postal adosada
Repisa utilizando cabecero
               Miguel tiene su casa de Alcaracejos como un pequeño y particular museo: con cabeceros de cama recogidos en la calleha hecho unas preciosas repisas; las lúgubres y famosas "perchas" utilizadas para cazar pajarillos ha creado una singular y artística estructura metálica; con paciencia y conocimiento hizo una preciosa y perfecta miniatura de carro; la mesa de cocina de su hija, a modo de fina taracea, es una obra artesal de primera; chinos de ríos con postales o láminas pegadas conforman una original y vistosa colección.....
Escultura metálica hecha con cepos


Carro hecho a escala
Chino de rio con postal adosada
Detalles de tablero de mesa a modo de taracea
                Desde estas páginas agradecemos la generosidad demostrada al permitirnos entrar en su vida y en su casa, donde la sencillez y una cálida humanidad reinan en todos los rincones. Sinceramente, ¡Gracias!

       Queremos terminar con un recuerdo muy especial para la Taberna de Santiago "El Grillo", lugar histórico en Alcaracejos de tertulias, reuniones y aparcerías de familiares y amigos. Pepi, hija de Miguel y Pura y nieta del conocido tabernero nos ha facilitado las siguientes fotos. La tomamos como referencia para identificar a las personas de la siguiente foto:
Su tía María, abuelos Isabel y Santiago (*) (sentado), Rafael López Mansilla, Pura, su madre (de pie), el cariñosamente llamado "Meriendas" y Heliodoro López, abuelo de sus primas Rafi y Tere.(Foto de Miguel García Moreno de Peñarroya)

Pepe y Santiago "El Grillo", hermanos.

Tabla que estuvo en la famosa taberna de Santiago
(*) Isabel Caballero Puebla (1903 - 1961) y Santiago Rodríguez Rodríguez (1902 - 1996).
Luis Rodríguez Caballero, hijo de los anteriores (1941-2003).


[1] Hasta el 10 de octubre que es su cumpleaños.
[2] Era párroco de Alcaracejos D. Juan García Herruzo, asesinado luego en la Guerra Civil.