martes, 5 de abril de 2022

Farmacias en Alcaracejos (III) (1910 - 1933)

  

Interior de una botica Calle Real, Santa Cruz de la Palma (La Palma).
Fotografía N.º 000585. Fotógrafo: Miguel Brito Rodríguez. Colección: José A. Pérez Cruz. Año: 1900-05.
 [Fuente: Archivo de fotografía histórica de Canarias, FEDAC].

               El año 1910 fue fecha muy significativa para la historia farmacéutica de Alcaracejos pues el 10 de septiembre murió don Rafael Gómez Benítez, ex – alcalde y titular de la farmacia que funcionaba en el pueblo, pero ocurrió que, exactamente, tres meses antes, el 16 de junio[1], don Rafael, siendo el único candidato, había renovado con el Ayuntamiento su nombramiento como Farmacéutico Titular. Si prescindimos de todas las referencias legales, habidas y por haber en aquel documento, que fundamentaron ese nombramiento, constatamos que: El nuevo contrato se estipuló por tiempo ilimitado y no podría rescindirse fácilmente, salvo por las causas puntualizadas en el Art – 36 del Reglamento Orgánico del Cuerpo de Farmacéuticos Titulares. Los derechos y deberes de ambas partes deberían ceñirse a las cuatro leyes vigentes que ordenaban los mismos. También, de acuerdo con la legislación en vigor y el censo de población, el Sr. Farmacéutico recibiría de las arcas municipales mil trescientas pesetas al año por la prestación de los servicios sanitarios. El suministro de medicamentos a las familias pobres y a la Guardia Civil sería valorado por la tarifa de Beneficencia y las leyes que la regulaban. Las familias pobres se clasificarían por lo que determinan los Arts 3º y 5º del Reglamento de partidos médicos. El pago de la titular se haría por mensualidades vencidas y el de las recetas por trimestres, también vencidos, según determinaban decretos y órdenes al respecto.

               El procedimiento fue legal pero el contexto de la firma del contrato – por los datos que la documentación ofrece – merece al menos un comentario: Ex – alcalde, farmacéutico durante años, bastante enfermo, familia influyente, murió a los tres meses de una renovación por tiempo ilimitado, etc…. todo esto unido a las continuas - y en mi opinión excesivas – referencias legales apunta a un ayuntamiento muy generoso o muy presionado por las circunstancias. Los contratos anteriores a médico y farmacéutico – titulares – aunque se renovaran, eran por cuatro años.

               Aunque no hemos encontrado documentos de 1910 que lo acrediten, tenemos la certeza de que la viuda de don Rafael fue su heredera ya que Francisco, menor de edad, hijo de ambos, tenía 8 años cuando murió su padre. En esa época existía ya la figura del regente[2], según las Ordenanzas de 1860 para el ejercicio de la profesión de Farmacia. Es seguro que Dª. Araceli hizo uso de esa posibilidad legal para mantener  unos ingresos familiares que procedían de la profesión de su marido..

               Según se desprende de las actas de las sesiones, durante los años 1912 y 1913, a pesar de la muerte de don Rafael, los servicios sanitarios prestados por su farmacia local fueron correctos y funcionaron con normalidad tanto en el suministro de medicinas a las familias pobres como en la atención a los individuos de la Guardia Civil y a sus familias. Se puede leer que en 1912 se pagaron por medicinas, en el 2º semestre, 100 pesetas por los pobres locales, otras 100 pesetas por los pobres transeúntes y 106’25 pesetas por atender a la Guardia Civil.

               Lo mismo se puede decir de los años 1914 y 1915: el ayuntamiento, regido por Miguel G. Ayala Cruzado, elabora la relación de familias pobres y guardias civiles que disfrutarán de medicinas gratis. Incluye la novedad de que las cantidades correspondientes se le abonan a doña Araceli Ayala Cruzado, viuda de don Rafael Gómez Benítez, la cual conservó la farmacia de su esposo con la colaboración de un regente, según se documenta en el acta de sesiones del municipio del 31 de enero de 1926. La viuda de un farmacéutico tenía derecho a beneficiarse de la farmacia del marido mientras mantuviera su estatus de viuda y en el caso de los hijos hasta la mayoria de edad, siempre por medio de un regente con el título de Farmacia y otras condiciones que estipulaba la ley.

 Una segunda farmacia

                En marzo de 1916 el ayuntamiento elabora la lista de vecinos pobres que este año han de recibir asistencia médica y farmacéutica gratis, pero desde el primero de abril de este año las familias pobres que reciban medicamentos gratis han de distribuirse, por partes iguales, entre las dos farmacias que existen en la localidad. No se menciona a nombre de quién figura la segunda ni nada acerca de su licencia o funcionamiento.

               Ni en el resto del año 1916 ni en todo el 1917 se cita a esa segunda farmacia. Se vuelve a hacer referencia a la lista de vecinos pobres que recibirán gratis asistencia médica y medicinas y también a los miembros de la guardia civil y a sus familias. Al final de 1917, el 30 de diciembre, por orden de la Alcaldía, se abonan a Dª Araceli Ayala Cruzado 55 pesetas en concepto de “pago de medicamentos facilitados para desinfección de casas donde se han localizado enfermedades infecciosas”. En 1918 las actas no reflejan ninguna alteración sobre el funcionamiento “farmacéutico” en el pueblo.

               En 1919, en enero, se produjo en Alcaracejos una gripe de cierta consideración lo que obligó al Ayuntamiento a gastar 137 pesetas para combatir la enfermedad. En el primer trimestre de ese año, el gasto en medicinas para la guardia civil fue de 52’12 pesetas mientras que para las familias pobres de la localidad se emplearon 50 pesetas; en septiembre, doña Araceli Ayala Cruzado recibió 100 pesetas por este concepto.

               Aunque, por falta de datos, no podemos asegurarlo con absoluta certeza todo indica que la farmacia de doña Araceli siguió funcionando con normalidad. En 1924, la citada señora seguía recibiendo dinero por medicamentos facilitados a familias pobres del pueblo.

               Es en el acta de la sesión municipal del 31 de enero de 1926 donde consta una instancia dirigida a la Alcaldía por parte de doña Araceli Ayala Cruzado. En ella comunica haber hecho traspaso de su farmacia al farmacéutico que la regentaba don Antonio Aragón? [no se lee bien] Madrid y que por ese motivo no podía continuar suministrando medicinas a las familias pobres ni atender los servicios sanitarios que lleva aneja la titular, por lo que hace renuncia de ella. La Corporación acepta y acuerda nombrar farmacéutico titular interino a don Antonio Aragón? Madrid, autorizando a la Comisión Municipal Permanente para que encuentre con el mismo la manera de efectuar el suministro de medicinas, y que inmediatamente se abra concurso para la provisión del cargo en propiedad.

               En sesión de 30 de marzo de 1926 la Corporación nombra farmacéutico titular a don Antonio Aragón? Madrid con un haber anual de 634’25 pesetas por residencia y servicios sanitarios hasta el primero de julio y a partir de esa fecha a razón de 1.300 pesetas/año.

                En la sesión extraordinaria del Ayuntamiento, 25/11/1929, bajo la presidencia de don Ildefonso Rodríguez Blanco, “se dio cuenta de la dimisión del farmacéutico titular por traspaso de la farmacia y del nombramiento, como interino, a favor de don Benigno Ayala Caballero. La Corporación acordó aplazar, de momento, la convocatoria del concurso para proveer la plaza en propiedad hasta ver si se dicta alguna disposición relativa a la provisión de estas plazas”.

               Ya, en el Cronista del Valle, del 9 de noviembre, había aparecido la crónica que daba cuenta de un nuevo farmacéutico en Alcaracejos. Con una redacción bastante altisonante podemos leer: “Terminó con brillantes notas su carrera sanitaria, el joven y culto farmacéutico, muy querido amigo nuestro, don Benigno Ayala Caballero, quien ha regresado a esta, después de asiduas prácticas en su profesión, para instalar una bien provista farmacia dotada con los adelantos más modernos. Que la suerte le sea propicia y corone sus méritos y servicios”[3].

               Benigno era natural de Alcaracejos. Se licenció en Farmacia por la Universidad de Santiago de Compostela (título expedido en Madrid el 19/08/1929). Fue admitido en el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Córdoba el 11/11/1929[4]. En Pozoblanco quedó registrado su título por el Subdelegado D. Moisés Moreno el 19/11/1929. Se matriculó y superó el “Cursillo de Análisis” que organizó el Colegio Oficial de Córdoba en 1930. Por razones que desconocemos, tras ejercer en Alcaracejos, causó baja en el Colegio de Farmacéuticos el 1/04/1933.

1925, 15 de mayo, Córdoba Gráfica. José de la Linde fue presidente
del Colegio de Farmacéuticos de Córdoba.


Nota: mi agradecimiento para Adela Bueno - ASEFARMA  por información facilitada gentilmente.

[1] AMAL. Acta de la sesión de la Junta Municipal del 16 de junio de 1910.

[2] Ordenanzas de Farmacia de 1860: Art.23. Las viudas e hijos menores de los farmacéuticos con botica abierta que fallecieren dejando dueño o herederos de la botica a aquellos, podrán seguir con la botica abierta siempre que esta sea regentada por un farmacéutico legalmente aprobado y autorizado. Las viudas podrán usar de este derecho solamente mientras permanezcan en estado de tales, y los hijos durante su menor edad.

Art. 24. En el caso de que habla el artículo anterior la viuda y los menores dirigirán una instancia al acalde del pueblo, justificando su derecho, acompañando a esta instancia la del farmacéutico que ha de regentar la botica con los documentos expresados en el art. 5.° Este expediente seguirá los mismos trámites marcados en el art. 6.°

 [3] La crónica está firmada por Julio Arcanaga Ravé, que era el anagrama – pseudónimo de don Juan García Arévalo, médico titular en el pueblo.

[4] El documento de su alta fue firmado por el Presidente don José de la Linde Torres, siendo Secretario de dicho Colegio don Manuel Pineda Sánchez.

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