Fachada del Grupo Escolar José Ventura, proyecto 1943 (Regiones devastadas) |
Hablar de
patrimonio perdido en la revista de feria pudiera parecer, en principio, una
contradicción, pero no lo es. La feria suena a bullicio, diversión, alegría,
ratos de risa, etc y está bien que así sea. El patrimonio cultural susurra cosas
serias y si hablamos del perdido, todavía más porque lo perdido tiene, en general,
matices de nostalgia y de tristeza. Pero resulta que la revista de feria es
también un vehículo transmisor de cultura. En sus páginas, con buen criterio,
siempre han cabido nuestras tradiciones, poesías, fotos, recuerdos,
comentarios, eventos y reflexiones de todo tipo. La revista de feria es un
magnífico instrumento que informa acerca de los festejos que se van a celebrar
y también de algunas inquietudes de vecinos y vecinas y de historia del pueblo.
Es por eso que la contradicción no existe. La seriedad y lo lúdico se mezclan y
complementan como aspectos esenciales de la propia vida. Procesión y vaquillas
forman parte de nuestro patrimonio sin mostrar ningún rasgo de incompatibilidad.
Cada cual en su sitio.
El patrimonio cultural es un conjunto de bienes
tangibles, intangibles y naturales que forman parte de prácticas sociales, a
los que se les atribuyen valores para ser transmitidos de una época a otra, o
de una generación a las siguientes.
En línea con el
libro de Antonio Merino Patrimonio
perdido de Los Pedroches (Noviembre, 2023), se trata de recoger aquí
patrimonio mojino impregnado de “memoria y olvido” para que su recuerdo nos
anime a conservar lo que nos queda y recuperar aquello que se pueda. Estas
líneas intentan aumentar la sensibilidad social de vecinos, asociaciones e instituciones
locales por nuestra herencia cultural. Un pueblo sin raíces no es pueblo.
Conocerlas y conservarlas no es una moda, es una obligación moral ya sean
edificios, documentos, costumbres o naturaleza.
La relación de
patrimonio cultural mojino perdido es, por desgracia, terriblemente extensa.
Creo que no somos conscientes del enorme capital perdido. Parece mentira que un
pueblo tan pequeño haya perdido tanto, pero así es.
Es evidente que
todas las pérdidas no son igual de importantes. Veamos algunas. El orden de
aparición es totalmente aleatorio:
1.- Durante la
Guerra Civil se perdieron siglos de historia contenidos en los archivos de la Parroquia de San Andrés, así como los
altares, ropajes, objetos religiosos y todas sus imágenes. El edificio
parroquial (siglo XV-XVI), de origen gótico-mudéjar, quedó seriamente dañado.
Nunca se apoyaron con decisión ni recursos económicos los débiles intentos de
su reconstrucción. La Casa Rectoral, a su izquierda, mirando desde poniente,
también sufrió los efectos de la aviación. En la década de los sesenta del pasado
siglo se derribaron los restos que quedaban para construir en el mismo solar la
nueva sede parroquial. No renuncio a una reconstrucción virtual del templo.
2.- El abrevadero o “pilar” estaba situado en
la actual calle Maestro Miguel López, frente a la casa de “Manolo, el del
butano”. El ilustre historiador Pascual Madoz, en su obra Diccionario Geográfico, Estadístico- Histórico de España, editado
en Madrid en 1845 recoge que “del sobrante de agua de la fuente del Moreno sale una cañería que va a derramar
a un pilar que fue construido en 1803 y abastece a todos los ganados; se bebe nada más que la de la primitiva fuente
porque a causa de otras aguas que recoge la atajea[1] en su
trayecto hasta el pilar, se hacen desagradables”. El 31 de octubre de 1968, siendo
alcalde Rafael Muriel, el pleno acordó “suprimir el abrevadero público
existente en la, entonces, calle José Antonio, teniendo en cuenta el peligro
que supone para las personas su actual emplazamiento y que se construya en el
lugar que se considere más conveniente”. El pilar se quitó de allí pero no se
reconstruyó en ningún otro sitio. Aún hoy podemos apreciar su visible silueta.
Con un dron sería una buena foto.
3.- Cines.- A lo largo de mi vida en el
pueblo he tenido la suerte de conocer cinco locales: El primero, en mi niñez,
1956-1962, era cine de invierno y sala de espectáculos (teatro, zarzuelas…) y
estaba en el solar que ocupa hoy la cerrada “Fonda Nueva”, en el cruce.
Dionisio y su señora Paz eran los dueños y Francisco Rodríguez Ventura, dueño
del bar El Control junto a Lucía, el maquinista. Había un espacio especial para
los niños que llamaban “el gallinero”.
En verano cambiábamos de local y veíamos las películas en una especie de
corralón grande, carretera de El Viso, a la derecha, cerca del cruce, por
encima del actual edificio que ocupa el Patronato Municipal Alcavise, antigua
casa de la familia Cruzado. Recuerdo que con 15-16 años, 1966-67, hubo un cine
en el antiguo “callejón del abogado”,
hoy travesía de San Isidro a Ramón y Cajal. Aún se puede ver desde la calle,
2024, la pared de la casetilla que albergaba la máquina. El suelo era muy
irregular y lleno de hierbajos y matojos. Con 18-20 años, iniciada la década de
los 70, hubo un cine de invierno al final de la calle Córdoba. Las filas
estaban formadas por sillas de enea unidas, por detrás, mediante unos tablones
alargados. En verano, próximo al cruce, junto a lo que fue el bar “La Aparcería” y los números 18 y 19 de
la Plaza de Andalucía, hubo un nuevo local. Lo llevaba don Casimiro, médico de
Pozoblanco. La “Anita de Cascales”
regentaba un quiosco de chucherías, al lado, en la parcela del cuartel. Más
recientemente, en algunos veranos, se han visto películas en la explanada de la
Ermita del Santo, [San Sebastián].
4.- En el exterior
de la Ermita de San Andrés, parroquia hasta 1966, a la derecha de su fachada, desde
su inauguración en la década de los cuarenta del siglo pasado hubo una cruz metálica –seguramente de hierro.
Estaba incrustada en un cilindro vertical a modo de columna y ese cilindro
vertical se apoyaba en una plataforma – también cilíndrica de mayor radio y de
unos 20–30 cm de altura. Hay planos en los archivos de Regiones Devastadas. Todo
el conjunto desapareció misteriosamente
en fechas posteriores a la inauguración del nuevo templo parroquial en 1966,
posiblemente sobre 1967 – 68. "Misteriosamente" esta cruz apareció en "El Santo", junto a la ermita de San Sebastián. Después, nunca más se supo.
5.- El grupo escolar “José Ventura” construido por Regiones Devastadas después de la
Guerra Civil no era una joya arquitectónica pero fue un edificio con
personalidad y un peculiar estilo. Existen fotos y planos con todo lujo de
detalles. Su fachada y laterales, debió de haberse conservado. Se derrumbó por
completo y en su solar se construyó la Residencia
“Antonio Mansilla”, cuyo edificio principal data de 1994.
6.- Quioscos en el centro de la plaza he
conocido dos. Hoy debido a sucesivas remodelaciones no existe ninguno.
Particular interés tenía el que ocupaba la plaza en los años cincuenta y sesenta
del pasado siglo: De forma hexagonal regular, su planta baja estaba dedicado a
cantina en las ferias de mayo y de septiembre. El primer piso, a modo de
azotea, servía de plataforma a la banda de música. Junto al quiosco estaba la
pista de baile, también perdida.
7.- En el Archivo Municipal de Alcaracejos las
actas que recogen las sesiones del Ayuntamiento se interrumpen el 7 de febrero
de 1936 para reiniciarse, como Consejo Municipal[2], el 16
de noviembre de 1938. Es decir, se perdieron, o se quemaron o se escondieron
unos 32 meses de documentos cruciales para la historia del pueblo.
8.- En la parte
sur de la plaza y en la actual calle Real, frente a la casa de Ani “la peluquera”, existían dos casetillas públicas [grifos] para dar agua potable
al pueblo. En “La Cañá” había un
depósito de agua potable que creo que venía de la Garganta, zona de El Horcajo,
en Ciudad Real. Las dos casetas y el depósito se perdieron. Hay fotos.
9.- Basta echar un
vistazo al programa de feria de 1953
para comprobar cuanto se ha perdido. Especial interés tenían para el pueblo las
carpinterías de Vidal Fernández, en la calle Jesús, y de Eutiquiano en la calle
Mártires, ahora Antonio López. También Antonio García figuraba como “Taller de Ebanistería y Construcción de
carros” en la calle José Ventura. Aparte del sugerente olor a madera
trabajada y el enorme servicio que prestaban, cada una disponía de abundantes y
características herramientas. Lo mismo podemos decir de las fraguas de
Celedonio y Juan, en la carretera de Córdoba, frente al bar-tienda que montó
Peralbo y de otra que estaba en el actual solar del bar La Fragua – Casa
Eladio, en la plaza. En 1953 el pueblo contaba con dos fábricas de aceite: “La
Germinal” de Alfredo Moreno en la calle Sol,7 y la de “San Rafael” en la calle José Ventura, 37 a nombre de Ángel Moreno y
Rafael Muriel, solar compartido hoy por el Hostal las Tres Jotas y
Electrodomésticos IDEA. Aparte en la finca “La
Modesta” funcionaba un molino de aceite a nombre de Francisco Gómez Ayala.
No podemos olvidar los talleres de zapatería de Arsenio López Ruiz y Vicente
Muñoz Conde, ambos en la calle Calvo Sotelo. Ceferino Campano fabricaba jabón
en la calle Jesús, 8; Celedonio González, cantero, hacía finos trabajos en
piedra de granito y las panaderías de los hermanos Valverde y de “San José” de Joaquín Suárez elaboraban
exquisitos panes y cocían los dulces caseros que el personal amasaba en sus
propias casas mientras que José Ruiz Dueñas molturaba toda clase de piensos
para ganados. ¿A dónde fueron a parar tantas herramientas, tanto papel de
facturas y encargos, algunos dibujos o algunas fotos? Es evidente que todo no
se puede conservar, pero también lo es que hemos perdido mucho. Es una pena que
con todo ese excelente material no exista en el pueblo un Museo Etnográfico al
que se hubieran podido añadir útiles y máquinas de agricultura. En este sentido
echo en falta alguna iniciativa municipal. Nunca es tarde.
10.- ¿Qué podemos
decir de nuestro patrimonio minero?
La deuda con nuestro pasado aquí es enorme. Solamente el complejo de Demetrio hubiera dado, por sí solo, para
un singular museo[3].
Supongo que al ser las minas de iniciativa muy privada, al terminar la
explotación lo desmantelaron todo y se lo llevaron o lo vendieron. Queda algún
castillete metálico, algunos vacíes[4] que se
aprecian a simple vista, algunas construcciones que aguantan y supongo que
puestos a buscar, saldrán fotos y documentos. El monumento que está junto al
edificio de la Mancomunidad para recordar nuestro pasado minero resulta
claramente insuficiente. Hemos desperdiciado demasiado. Quizás la unión con
Villanueva del Duque, en este terreno, diera una recuperación de patrimonio
algo más productiva.
11.- Pósito.- El ilustre historiador Pascual
Madoz, en su obra Diccionario Geográfico,
Estadístico e Histórico de España, editado en Madrid en 1845 recoge que
Alcaracejos tiene un Pósito sin fondo en metálico y muy poco en especie,
fundado en 1563 y reedificado en 1785 por haberse hundido. Por otro lado hemos
encontrado que el edificio del Pósito formaba una manzana en medio de la plaza,
almacenando en sus paneras completas unas 1.200 fanegas de trigo. En la sesión
del 28 de agosto de 1921 y tras informe presentado por los peritos Martín
Santos Ruiz y Rafael Pérez Caballero como resultado del reconocimiento hecho al
local del Pósito, se acuerda por unanimidad que “en vista de considerarse
inútil el local que fue Escuela de Niñas, antiguo Pósito público sito en la
Plaza de esta villa, bien propio de este Ayuntamiento, por encontrarse en tan
mal estado que se hace muy difícil su reparación, pues en caso de llevarse a
cabo costaría una suma superior al valor del actual edificio, se decide
proceder a un derribo total, quedando el solar que ocupa, por estar situado en
el centro de la Plaza del Ayuntamiento, para ensanche de la misma y destinado a
vía pública, por estimarse este ensanche de suma conveniencia para ornato e
higiene de esta población”.
12.- El Calvario, aparte de Agrupación
Musical en Alcaracejos, es el conjunto de un olivo plantado sobre una
construcción paralelepipédica construida a base de piedras. Está en la salida
del pueblo, carretera de Alcaracejos a El Viso, a la izquierda, N-502. No es un
elemento perdido pero está a punto de perderse. Por su historia en el pueblo y
en la comarca, requiere una reparación y un mantenimiento para su conservación.
Está construido en solar de propiedad privada y se interpreta como el Monte
Gólgota. Todo indica que sea una construcción de influencia franciscana, muy
presentes en la Comarca de los Pedroches en tiempos pasados.
13.- A la relación
de pérdidas hay que añadir la imagen
original de la Virgen de Guía, desaparecida en la última guerra civil
española (1936-1939), estando en la parroquia de Hinojosa del Duque[5]. De la imagen
perdida, sabemos por testigos de la época, que representaba a Nuestra Señora de
Guía sentada con el Niño en sus brazos, hueca en su interior, y fabricada en
bronce. Otras fuentes afirman que era de plata[6], de
altura similar a la actual -es decir unos 24 cm- con unas hendiduras en la
parte posterior[7]
y de iconografía similar a las vírgenes castellanoleonesas de los siglos XII y
XIII. Desde 1936 a 1941, guerra y postguerra, la Hermandad permanecerá eclipsada,
se perderán Actas y Reglamento, así como gran parte de sus escasas pertenencias
(estandartes, andas, bastones de mando, etc…). En este apartado se han incluido
datos facilitados por Jorge González Navarrete.
14.- Para ser
patrimonio que nos identifique, y que hay que proteger, no es necesario que se
trate de un gran edificio ni un espectacular monumento. En este apartado incluimos
a muchas fachadas de casas de
Alcaracejos y paredes de su término que forman parte de nuestro ADN
cultural local y comarcal. Repito, no son monumentos fantásticos ni están
hechos por grandes arquitectos ni escultores. Pertenecen a familias de todas
las clases sociales y se pueden encuadrar dentro de la llamada arquitectura
popular. Son casas de un par de plantas con dinteles sencillos de granito en
puertas, ventanas y balcones. A veces se acompañan de un arco de ladrillo en
los denominados portones, con frecuencia llamada puerta falsa. Ejemplo
paradigmático era la fachada de la casa, ya derruida, en la Plaza de la
Iglesia, 2, ejemplar único del pueblo con siete elementos. Me consta que el
derribo ha sido legal y disfrutaba de todos los permisos, pero se me encendió
uno de mis pilotos rojos: Es necesario proteger más y mejor a esa arquitectura
popular. No disponemos de mucho patrimonio y es necesario afinar bastante más
en un nuevo PGOU o desarrollar nuevas normas subsidiarias que amplíen la
protección de un patrimonio que es de todos.
Esta relación podría prolongarse con
más patrimonio entre perdido, deslocalizado u olvidado. Así podemos citar el
Pozo del Cerrillo, la Fuente Nueva, Procesión de Santa Bárbara, Eras para
aventar el grano, archivo del antiguo Cuartel de la Guardia Civil, archivo de
la Cámara Agraria, el Día del árbol, Feria de Ganado, etc, etc.
Antonio Merino
recoge que “tanta pérdida en monumentos o edificios puede deberse a la acción
de los agentes naturales, como terremotos o incendios, pero en la mayoría de
las ocasiones la culpa es de la propia actuación del hombre, sea por acción,
desidia o abandono”. En otras ocasiones, sigue diciendo, “la pérdida de patrimonio
histórico se debe al desprecio hacia las propias antigüedades artísticas y a la
ignorancia de su valor simbólico y material”. Gaya Nuño, experto en patrimonio
español desaparecido, lo denomina “destrucción pacífica”, producto de la
indiferencia e insensibilidad hacia nuestro pasado. Las guerras, procederes
políticos decisivos o, simplemente el negocio inmobiliario han sido motores de
destrucción patrimonial. Paradójicamente, en ocasiones, han sido devoradores de
patrimonio personas que tenían la responsabilidad de custodiarlo. Evidentemente
el paso del tiempo siempre juega en contra de la conservación. Por eso ante
tanto posible agente destructor son necesarias políticas eficaces y
transparentes de protección. Todos los mojinos tenemos en la cabeza ejemplos
claros de recuperación /conservación de patrimonio como es el Silo convertido
en Centro Termal, la Ermita de San Andrés transformada en salón de servicios
múltiples, la Casa cuartel de la Guardia Civil al menos mantenida, la portada
de la antigua iglesia parroquial del siglo XV-XVI, el Museo de la Matanza con
las esencias de esta tradición, una decena de dinteles repartidos por el
pueblo, el chimeneón, algunas fachadas, etc.
Sobre el
patrimonio inmaterial, sabemos que algunas costumbres y tradiciones van
cambiando con las personas y con el progreso y son difíciles de mantener, por
eso deben de recogerse en museos, textos e imágenes (fotos, grabados,
ilustraciones, pinturas, etc...). Siempre será importante, y seguramente
curioso, saber cómo nos comportábamos, cómo éramos. Destaca aquí lo valiosa que
resulta la presencia de cronistas, eruditos, artesanos y artistas en un pueblo
y de los archivos municipales o de asociaciones públicas y privadas. Evidentemente,
también, los fondos documentales de las instituciones religiosas. Conservar el
patrimonio es una incuestionable responsabilidad colectiva.
Restos de la Iglesia Parroquial siglo XV-XVI, bombardeada en la Guerra Civil |
Caseta de dar agua en Pozoblanco. Como esta había dos en Alcaracejos en los años 50 -60 del siglo pasado. |
Cruz de hierro y granito. Exterior ermita de San Andrés |
Calvario, medio derruido. Somos varios los mojinos que clamamos por su reconstrucción. |
Quiosko en la plaza, perdido. Fuente, trasladada. |
Cruz del exterior de la ermita de San Andrés apareció en "El Santo". Luego se perdió su rastro. (Gentileza de Miguel López Rísquez) |
[1]
Conducto, canalón, conducción sumidero, colector…..
[2] El
Gobierno de Largo Caballero, a principios de 1937, creó por decreto los
Consejos Municipales para sustituir a los ayuntamientos. Fue una nueva
articulación del poder local en la retaguardia republicana. Ver Quirosa –
Cheyrouce y Muñoz, R., Los Consejos
Municipales, HAOL, núm 4 (primavera 2004) 115-126. ISSN 1696 – 2060. Al
llegar los sublevados al poder, marzo 1939, sustituyeron, inicialmente, este
Consejo Municipal por una Comisión Gestora.
[3] Además de
instalaciones y documentos de Cantos Blancos, Mina Claudio, Grupo Minero Los
Almadenes (El Chaparro Barrenado), etc…
[4]
Amontonamiento de tierra y rocas sacadas del interior de la corteza terrestre.
Realmente un pozo de mina es un vaciado de materiales que pertenecen a la
corteza de la Tierra.
[5] Se cree que un cofrade
de Hinojosa del Duque la escondió, junto con otras piezas, en un encinar. Por desgracia, parece que el
cofrade falleció. Nunca más se supo.
[6] Algunos testimonios orales recogidos aseguran que de
plata era tan solo la hornacina que la contenía.
[7] Supuestamente donde se encontrarían unas argollas
para poder pasar por estas las riendas del caballo. Aunque esto no está
comprobado.