Una pequeña introducción
para situarnos: Hablamos de los desórdenes ocurridos en Alcaracejos el 24 de
Mayo de 1898. En el apartado ( I ) dejamos claro la
fuerte relación de Alcaracejos con la minería en esa época. En este segundo
apartado (I I) vamos a analizar los diferentes contextos que de
alguna forma pudieron sustentar las causas que motivaron esa jornada de lucha.
Contexto nacional: En mayo de 1898 reinaba en España como reina regente
María Cristina, madre de Alfonso XIII y segunda esposa de Alfonso XII. Cánovas
había sido asesinado en 1897 y la Presidencia del Consejo de Ministros
la ostentaba el liberal Sagasta, tras haber “ganado” las elecciones en Marzo del 98 al conservador Francisco
Silvela.
[1]A medida que avanza el siglo XIX, el descontento social
fue patente en toda España. La tensión provocada por las guerras carlistas,
pérdidas coloniales, pronunciamientos militares, hundimiento de la peseta y
subida de los alimentos de primera necesidad, etc. se masticaba en todos los
ambientes. El Pacto del Pardo (24.XI.1885) no ayudó a animar el país. Más bien
esa pactada alternancia en el Gobierno entre Cánovas y Sagasta
provocó una cierta tristeza democrática[2]
haciendo que la conocida Restauración Borbónica perdiera credibilidad y el
apoyo de la gente. El fraude electoral impedía que voces contrarias al sistema
se expresaran en la Cortes y el descontento entre la España oficial y la real
se hizo muy evidente.
También fue el momento del despertar del nacionalismo catalán y vasco[3],
y del crecimiento del movimiento obrero tanto socialista como anarquista, este
último adquiriendo con frecuencia un carácter violento en forma de
insurrecciones campesinas en Andalucía y de terrorismo en Cataluña[4].
La guerra en Cuba con Estados Unidos y la entrega de Filipinas
a los yanquis culminaron el gran desastre de 1898. El Diario de Córdoba publicó
los nombres de los cordobeses repatriados desde el 26 de agosto de 1898 al 7 de
noviembre de 1899. Entre ellos estuvo el mojino Rafael Pérez que llegó a La Coruña el 21 de septiembre 1898.[5] Unamuno quita importancia
a la pérdida de las colonias como causa de la crisis. Alude a que “En España son muchísimos más los que
trabajan en silencio, preocupados tan sólo por el pan de cada día, que los
inquietos por los públicos sucesos”. Y era cierto: lo que realmente
importaba a las clases populares españolas era el pan de cada día[6]. Así lo confirman los
disturbios de Gijón y Talavera de la Reina. Disturbios que prendieron en todo
el país.
La crisis de 1898, aparte de
económica y social, fue una crisis moral, una humillación que se extendió por
todo un país empobrecido. Lo que quedaba de la “España imperial” fue aniquilado militarmente por unos “recién llegados” sin historia y sin
categoría. España sin sus grandes colonias quedaba reducida a un país del sur
de Europa con cierta influencia en el Norte de África, un PIB poco esperanzador
y un elevado índice de analfabetos (63 %). La antigua gloria dejaba entrever un
futuro relleno de incertidumbre dentro y fuera de España.
Contexto laboral:
Aunque no hemos encontrado
datos directos, si sabemos que en la minería metálica cordobesa la jornada en
el interior de la mina era de 8 horas diarias netas, es decir que no se tenía
en cuenta el desplazamiento desde la bocamina hasta el tajo y viceversa. En el
exterior la jornada era de 9½
a 10½. “Las muertes o los accidentes que originaban
incapacidad – con la consiguiente baja – generaban una situación social
angustiosa. Hasta 1900 el trabajador no recibió amparo social alguno. A partir
de esa fecha el obrero percibía sólo una insuficiente ayuda que le prestaba la
Ley de Accidentes de Trabajo a no ser que la empresa tuviese una Caja de
Socorro. La mayor parte de esas ayudas eran sufragadas con las retenciones del
2 % que le hacían a los trabajadores y que ellas [las empresas]
administraban………En la década 1860 – 1870 y en años inmediatos, ni los mineros
del País Cordobés, ni los del resto de España, disponen de organizaciones de
defensa frente a las duras condiciones de trabajo impuestas por las empresas y por la banca extranjera. El
trabajador podía contentarse con salir vivo, cada día, de la sucesiva aventura
que suponía bajar al fondo de la mina. Las explotaciones mineras eran penosas y
peligrosas, jornada laboral excesiva, falta de viviendas al pie de la mina y
salarios de hambre hacían que un buen número de mineros murieran jóvenes”[7].
Minero trabajando en una veta. 1869 (Tomada de Simonin) |
En la década de 1870 – 1880 se
investigan yacimientos en Posadas, Alcaracejos y Villanueva del Duque y mejoran
los procedimientos mecánicos de extracción y desagüe, lo que - indirectamente –
implica una mayor seguridad para los trabajadores. En Córdoba no constan asociaciones
de mineros que defiendan sus intereses.
Entre 1880 y 1890 se produce
un desarrollo extraordinario de la minería y de la metalurgia del plomo, a
pesar de la bajada de su precio en Londres. El impulso dado por la Sociedad
Minera y Metalúrgica de Peñarroya – constituida en París en 1881 – y la
Compañía de Belmez, con la explotación del carbón, es enorme para la provincia
de Córdoba. En la última década del siglo, 1890 – 1900, se desarrolla una
tremenda actividad en la minería española del plomo. En concreto, destacan las
explotaciones de Araceli, Terreras y Demetrio, en los términos municipales de
Villanueva del Duque y Alcaracejos.[8]
A pesar de ese gran movimiento
las condiciones de vida de los mineros siguen siendo, pese a ciertos progresos,
realmente inhumanas, como lo fueron en las anteriores décadas. Accidentes y
enfermedades profesionales están a la orden del día. El nuevo siglo se inicia
sin ningún sistema de protección social ni para los mineros ni para sus familias[9].
La tensión social está a flor de piel y se empiezan a hacer presentes nuevas
ideologías que defienden a las clases más débiles (sindicalismo, socialismo,
anarquismo y comunismo) frente al capital y a los poderosos.
Como podemos observar las
condiciones laborales del sector de la minería al final del siglo XIX eran un
desastre. Alcaracejos no fue una excepción pues la banca y el gran capital –
español o extranjero – se comportaron lo mismo en todos sitios: misma dureza en
las condiciones laborales y los mismos abusos (salarios de hambre, muchas horas
de trabajo, ausencia de medidas de protección social, escasa o nula atención
sanitaria, falta de medidas de seguridad en el interior de los pozos, leyes que
no se cumplen, niños mineros aprendiendo en la mina para ser buenos mineros
adultos, trabajos a destajo, etc…).
Están cansados de pasar fatigas y necesidades y es por esto por lo que dan
rienda suelta a su malestar. A esas pésimas condiciones de trabajo se unió la
subida en el precio del trigo, la escasez y la carestía del pan – alimento de
primera necesidad – y una inoportuna falta de lluvia que tenía paralizada a la
clase jornalera agraria. Por todo ello montan una intensa jornada de protesta
el 24 de mayo de 1898. Las detenciones de algunos mineros solo hacen engordar
el follón. Tendremos que esperar a 1909 para que algunas mejoras laborales se
planteen en serio.[10]
Portada del 11 de mayo 1898 |
Contexto provincial:
Eran malos tiempos. Los tumultos, manifestaciones, motines, algaradas, gritos,
choques con la fuerza pública etc se produjeron en ciudades, barrios y pueblos.
La crisis social y económica alcanzó a todo el territorio nacional.
Centrándonos en Andalucía y en Córdoba nos encontramos que el 9 de Mayo de 1898
la Capitanía General de Sevilla y
Granada, por iniciativa de los Gobiernos Civiles provinciales y con la
autorización del Gobierno de Su Majestad, declaró el estado de guerra[11]
en toda la región. El objetivo era mantener el orden público, controlar
determinada prensa, perseguir con dureza las manifestaciones no autorizadas,
etc….en definitiva se trata de sustituir el Código Civil por el Código de
Justicia Militar, mucho más duro e intransigente. La situación era delicada.
En toda la prensa de ese año
aparecen noticias mezcladas de la Guerra de Cuba y Filipinas con noticias
relativas a la crisis socio-económica que sufría el país.
En Córdoba capital, el
mismo día que se declaró el estado de guerra se produjo un motín de cierta
consideración en la ciudad. Habían subido el precio del trigo y del pan y
centenares de mujeres y muchachos de los barrios más humildes recorrieron las
calles gritando ¡abajo los consumos[12]!
¡Abajo el precio del pan!. Atacaron la oficina de la empresa arrendataria de
consumos, asaltaron cuatro fielatos[13]
de la ciudad provocando roturas, incendios y graves destrozos, interviniendo la
caballería y la infantería de la Guardia Civil. Al final se bajó el precio del
pan asumiendo el ayuntamiento y los mayores contribuyentes parte del precio. En
la portada del citado Diario de Córdoba del día 10 de Mayo el corresponsal de Fuente Obejuna [14]da
cuenta de que, ante las serias protestas de varias vecinas, el Alcalde ha
tenido que suspender el envío de más de cien fanegas de trigo a Alicante. Se
publicó un bando municipal prohibiendo la salida de trigo y de harina. Se
trataba a toda costa de que no hubiera conflictos por la escasez o la subida
del precio del pan. En la página tercera se informa de un motín en Bujalance de
mujeres y muchachos solicitando la abolición de consumos y bajada en el precio
del pan. En Linares hubo una sangrienta lucha con varios muertos y más de
cuarenta heridos. Entre los primeros se encontraban el Alcalde y un notario.
Crisis obrera en Pozoblanco y Palma del Río |
El miércoles 11 de Mayo el
Diario de Córdoba, en su primera página, relata sucesos muy parecidos en Pozoblanco[15],
donde una manifestación de mujeres y chiquillos gritaban con fuerza que se les
diera trabajo, se bajase el precio del pan y se quitara el impuesto de
consumos. El Ayuntamiento llegó a contratar hasta 500 jornaleros en la
composición de caminos y logró poner de acuerdo a propietarios, tratantes de
trigo y panaderos para rebajar el precio del pan. En Palma del Rio, después
de días de tensa conflictividad, el asunto se arregló porque, por un lado, el
Ayuntamiento dispuso dar raciones de pan y comestibles bien condimentados, á
razón del número de familia que cada uno tuviera. Por otra parte se creó una
tienda-asilo que facilitaba raciones de pan y cocidos a precios ínfimos.
Así pues lo ocurrido en Alcaracejos el
24 de mayo de 1898 fue una muestra más del fuerte descontento popular
generalizado por la falta de trabajo, escasez y carestía de artículos de
primera necesidad – sobre todo del pan – impuestos de consumos, pésimas
condiciones de trabajo en las minas y en el campo etc. La vieja política de
Cánovas y Sagasta habían proporcionado una falsa estabilidad, que basada en la
corrupción política, impedía
visualizar la miseria del pueblo, el mal reparto geográfico de una tardía
revolución industrial, el caciquismo,
el pucherazo electoral y el triunfo de una oligarquía económica y política, que
favoreciendo a la burguesía vasca y catalana, se adueñó de casi todo el suelo
productivo agrario español mediante tramposas desamortizaciones que generando
improductivos latifundios y mano de obra barata en una extensa clase de
jornaleros hambrientos y analfabetos. Ante tal situación, el Regeneracionismo
se abría camino.
[2] En las
elecciones generales celebradas en esa época, bajo el paraguas de la
Constitución de 1876, no se conocieron los resultados de la abstención y era
indudable la manipulación de los resultados que llevaron al Gobierno, una y
otra vez, a liberales y conservadores. https://es.wikipedia.org
[3] La región
más perjudicada por la pérdida de las colonias fue Cataluña y su industria lo
que generó una considerable conflictividad social y un resurgimiento de la
identidad catalana. En 1895 Sabino Arana fundó el Partido Nacionalista Vasco. En Galicia miles de hombres optaron por
emigrar, principalmente a América, y también se vio impulsado un incipiente nacionalismo en una situación de malestar general.
[5] Andalucía y la
repatriación de los soldados en la guerra del 98.Coordinado por Patricio
Hidalgo Nuchera, profesor de Historia de América de la UAM.2010.
[6] Jesús Á
Redondo Cardeñoso, “El turno de los campesinos: protesta social en la España
Rural del cambio de siglo (1898-1923); Revista de História da Sociedade e da
Cultura. Universidad de Coimbra (2012).
[7] Hernando
Luna, Rafael; Hernando Fernández, José Luis “Estudios
socioeconómicos: La aportación trágica de los trabajadores al desarrollo de la
minería en la provincia de Córdoba. Grandes catástrofes mineras (1854-1918)”. (Real Academia de Córdoba, de Ciencias,
Bellas Letras y Nobles Artes, 1999).
[8] Idem
[9] Idem
[10] Si en 1909 las asociaciones socialistas obreras
españolas hicieron al Gobierno las siguientes peticiones, fue porque nada de
esto pudieron conseguir a lo largo de los últimos 50 años.
1.- Jornada de ocho horas.2.-
Salario mínimo de 3’50 pts. 3.- Supresión de agentes armados. 4.- Cumplimiento
de las leyes sobre economatos, pago de jornales y hospitales. 5.- Inspección de
las minas a través del Instituto de Reformas Sociales. 6.- Supresión del
trabajo de mujeres y niños. 7.- Supresión de retenciones.8.- Adopción de
medidas que eviten lo más posible los accidentes de trabajo.9.- Mejora de las
condiciones de trabajo para los mineros de Almadén. 10.- Pensiones vitalicias
satisfechas por las compañías explotadoras con destino a los mineros
accidentados que quedasen inútiles. 11.- Inspección por una Comisión del
Instituto de Reformas Sociales, en las que figure un Vocal obrero.
[11]
Diario de Córdoba, de Comercio, Industria, Administración, Noticias y Avisos
(10 de Mayo de 1898).
[12]
Impuesto de consumos se
llama así a un impuesto indirecto establecido en la España del siglo XIX. Fue
ampliamente criticado por gravar los bienes de primera necesidad (comer, beber y arder): alimentos,
bebidas alcohólicas, combustibles y sal. Protagonizó el debate político,
económico y social dentro del liberalismo español. Se convirtió en un demonio para los contribuyentes,
especialmente para las clases más modestas sobre las que se cebaba este
impuesto. Los “consumos” llegaron a suponer el 60% de los ingresos en las arcas
municipales. Algunos municipios lo cancelaron por presión de los vecinos.
[13]
Oficina que existía antiguamente a
la entrada de las poblaciones, donde se cobraban los impuestos por la entrada y
salida de mercancías de consumo.
[14] Idem
(10)
[15] Diario de
Córdoba, de Comercio, Industria, Administración, Noticias y Avisos (11 Mayo
de 1898).
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