sábado, 22 de octubre de 2022

La mesa camilla

Paleta, picón, brasero. Tarima, tufo, enagüillas. Mesa camilla, alambrera,

cabrillas, brasa, soplillo y algunas, espinilleras.

                Mi infancia, mi niñez y parte de mi adolescencia va ligada a la mesa camilla y a Alcaracejos. Lo expresado aquí forma parte de la sociología mojina filtrada por mi perspectiva y por mis recuerdos. Seguramente muchos pueblos y hogares de Los Pedroches, y otros lugares, podrán identificarse, total o parcialmente, con lo escrito. Se aceptan sugerencias.

                Este tipo de mesa, aunque su nombre nos puede inducir a pensar que es una mesa que se transforma en cama o algo parecido, es solo una mesa. Con un vocabulario específico que la convierte en “Sol”, son varias las curiosidades que la hacen única: Puerta de un universo particular que la torna entrañable, casi con “alma”… pero es solo una mesa a la que mucha gente añade los calificativos de cálida y mágica y unos recuerdos imborrables.

               Para conocer su origen nos remontamos a la Edad Media, ya que en esa época se adoptó la costumbre, tomada de Roma y Grecia, de cubrir la mesa cuando se organizaban comidas en reuniones. Más recientemente, la mesa camilla debe provenir de nuestros abuelos (quizás finales del siglo XIX y principios del XX) y de una nueva distribución de las casas.

               Habitualmente son redondas, aunque no siempre. Puede haberlas cuadradas o rectangulares. Por tamaño suelen ser pequeñas o al menos no muy grandes y eran algo más bajas que las mesas de comedor para posibilitar ciertas tareas. Su principal característica es que se trata de una mesa cubierta por una tela, faldas o enaguas[1], que, dejada caer, termina a escasa distancia del suelo por todos lados. La mesa encaja, o tiene sujeta a ella,  en una tarima[2] de madera situada al final de sus patas, a ras del suelo, para evitar que los pies lo toquen. En su centro hay un agujero circular donde se coloca el brasero[3], antiguamente de picón[4], que se solía encender con los rescoldos del anterior dando aire con un soplillo[5]. Este era el antiguo sistema de calefacción: el calor que proporciona la combustión lenta del picón se queda almacenado debajo de la mesa ya que el faldón o camilla no lo deja salir, aunque en algunas casas levantaban las enagüillas para que el aire cálido escapara y calentara la estancia.

               La familia, sobre todo en invierno, se reunía alrededor de la mesa camilla. Allí giraba la vida de la casa. Al tener calientes las piernas y los pies, sientes caliente todo el cuerpo. También podías calentarte las manos. Las personas mayores se protegían la espalda con una toquilla[6], complemento ideal de la mesa camilla.

               En aquellos tiempos, en las casas, había una sala especial para recibir visitas en la cual se colocaban unos canapés poco o nada confortables. En otra habitación, aparte, estaba la sala de estar con su mesa camilla y asientos para toda la familia. En una repisa o en otra mesa auxiliar solía estar la radio para escuchar las noticias, radionovelas, rezar el rosario, oír música etc. Sobre la mesa se jugaba a las cartas, al parchís y a la Oca, se leía … y en torno a ella, las mujeres hacían punto, cosían y bordaban. Para comer se colocaba siempre un mantel encima del tablero.

               Hoy día estas mesas han casi desaparecido aunque en los pueblos aún se utilizan. El brasero de picón se ha cambiado por uno eléctrico o un radiador de aceite. La sala de estar y la sala de las visitas terminaron fusionándose en una sola habitación con sofás o sillones para ver la tele. Aunque la calefacción central es hoy lo más frecuente en casas, pisos y establecimientos, la mesa camilla, con su brasero eléctrico o de picón en el ámbito rural, sigue estando presente en multitud de hogares. Ante la crisis energética que padecemos puedo garantizar que es una magnífica solución.

 Otras particularidades

                La mesa camilla va asociada a la imagen de un imán familiar. El frío une mucho y la familia compartía intimidad en compañía de este hogareño foco de calor, aunque en algunas casas hubiera  chimenea. Esta, siempre ubicada en la cocina, fue utilizada durante largos años como “primitiva sala de estar” porque siempre se estaba “calentito”. Por cierto que, con frecuencia, el brasero se alimentaba de las ascuas de la leña que se consumía en la chimenea. Si era de encina, mejor. Se evitaba así el uso del picón. Las ascuas se recogían con la badila o badil.

               Alrededor de la mesa camilla se mantenían, sobre todo por la tarde y por la noche, conversaciones de todo tipo, se intercambiaban opiniones y confidencias y los mayores contaban a los niños aventuras, experiencias y cuentos. No era necesario levantar la voz pues las distancias eran muy cortas. Los juegos y la conversación permitían una rica convivencia entre niños y adultos lo que transmutaba aquel espacio en lugar de encuentro y aprendizaje. En el brasero se podían asar bellotas y castañas para regocijo de mayores y pequeños. ¡Estaban buenísimas!

               La mesa camilla también se usaba como secadora bastante eficaz. Justo debajo del tablero se le podía colocar un cajón cuyo fondo era de tela metálica con grandes agujeros. Entre las enagüillas, el brasero y el metal de la rejilla el calor se aprovechaba al máximo. La única pena era su tamaño: demasiado pequeño, debido a las dimensiones de la mesa, y poca altura, para poder meter las rodillas. También servía como horno: mantenía los platos calientes si alguien llegaba tarde para comer o cenar.

 Problemas

                El brasero de la mesa camilla, en ocasiones, ha sido motivo de intoxicaciones y muertes a causa del monóxido de carbono que se produce por la combustión del picón. Es por eso que las salitas de estar deben de tener cierta ventilación. Los “tufos” son fragmentos de picón que producen humo por haber sufrido una combustión imperfecta en el proceso de preparación. Son muy molestos por el olor y humo que producen. Lo mejor es quitarlos en cuanto se detecten.

               Otro inconveniente que se puede presentar son los incendios: al estar el brasero sobre una tarima de madera y removerlo[7] con la paleta o el badil, se corre el riesgo de que algún ascua caiga fuera y la madera prenda.

Espinilleras "caseras" para proteger del calor.

               Ojo que el brasero puede quemar los zapatos, especialmente los de las personas mayores. Estas, siempre frioleras, se arriman mucho al calor y si el brasero no dispone de alambrera[8] pueden meter los zapatos dentro. El típico olor a goma quemada suele avisar.

               Otro inconveniente es que el exceso de calor prolongado en las piernas produce cabrillas[9] (Eritema AB IGNE) y otros problemas más graves como varices o insuficiencia venosa. Para evitarlas en Alcaracejos se utilizaban unas espinilleras de cartón atadas con cintas por detrás de las pantorrillas. Eran muy útiles y se fabricaban en las propias casas.

 Curiosidades

                Como curiosidades, algo extras, citaremos que en el famoso programa “Con T de Tarde”, presentado por Terelu Campos, podíamos asistir a una tertulia de mesa camilla en la que había un alto nivel cultural.

               A mediados del siglo XX, en mi niñez, recuerdo que en muchos bares de Los Pedroches, incluidos los casinos, se preparaban varias mesas camilla para que la gente se sentara a tomar alguna cosa. Eran una gozada pues te sentías como en tu propia casa.

               En Pozoblanco, en el mítico bar-taberna de pueblo “El Reverendo”, regentado sabiamente por Matías y su familia, hemos disfrutado de la mesa camilla, hasta el 2021, con braseros alimentados por ascuas de encina de la chimenea. ¡Un placer! También solía haber mesas camillas en las reboticas de algunas farmacias.

               En el Museo etnográfico de Hinojosa del Duque, en la típica sala de estar de la época (siglo XX) hay una mesa camilla en la que se podía leer y escuchar la radio.

               Y, entre otras miles de cosas más, el maestro, Jesús Quintero, el sin par “loco de la colina”, fundó la emisora Radio América, cuyo estudio principal dotó de una mesa camilla.



 

 



[1] Si son de tejido más liviano, más adorno que abrigo, se las denomina faldillas, ropilla o enagüillas.

[2] Plataforma, generalmente de madera, levantada a poca altura del suelo que tiene distintos usos.

[3] Recipiente de metal, poco profundo, provisto de un foco de calor en el centro (brasas) usado para calentar un espacio. En la mesa, suele ponerse sobre una tarima. Cierto tipo de braseros se utilizan para calentar las camas.

[4] Carbón muy menudo, hecho de ramas de encina, jara o pino, que solo sirve para los braseros.

[5] Soplillo: era un círculo de esparto con rabo, a modo de abanico, para mover el aire y encender el brasero.

[6] Prenda de punto, generalmente de lana, que usan las mujeres para abrigarse la espalda y los hombros. Es como una capa corta.

[7] En Alcaracejos y algunos pueblos de los Pedroches, darle un palito al brasero o darle un meneo es introducir con cuidado la paleta, mejor por los lados, y hacer que la ceniza se abra dejando al descubierto las ascuas que hay debajo. De esa manera calentaba algo más. Mientras más meneos, menos duraba el picón.

[8] Especie de jaula sin fondo hecha de alambre que se coloca encima del brasero evitando así que los zapatos contacten con las ascuas.

[9] Son unas manchas que se presentan en las piernas debidas al calor directo en la zona afectada. Se denominan cabrillas porque se asemejan a un rebaño de ovejas o cabras.

martes, 16 de agosto de 2022

Beatriz Venegas (ca.1390 - ?), señora de los Alcaracejos

 

               Beatriz Venegas es el personaje protagonista de esta entrada. La traemos aquí por el título que ostenta. Es la primera vez, que sepamos, que se relaciona un alias con el nombre de Alcaracejos, aunque por la fecha y el título deducimos que la relación sería con “el lugar de los Alcaracejos”. Para mi sorpresa son múltiples las direcciones de internet que conectan a la señora con este lugar.

               A partir del siglo XIV, Beatrices Venegas hubo varias. Me atrevería a decir que son muchas, pero solo una nació en 1390, se casó con Pedro Carrillo y tuvo el título de señora de los Alcaracejos.

               Señor no es un título nobiliario propiamente dicho. Según algunos documentos históricos, era el último título de nobleza otorgado por algunos monarcas. En nuestros días, señor, es pura cortesía, pero en el siglo XV concedía un gran poder a sus titulares, teniendo autoridad para administrar justicia, imponer tributos y recaudarlos, otorgar premios, etc. En ocasiones, su poder incomodaba a los propios reyes. Sus derechos eran tan amplios, como injustos y con el tiempo fueron disminuyendo. En 1837 se abolieron en España todos los privilegios de los señores.

               Padres y hermanos

               Padres: Beatriz era hija de Pedro Venegas Tolosa (1360 –?), II señor de Luque y de María García Carrillo de Córdoba (ca.1365 -?), forma autorizada del nombre[1]. De esta unión nacieron ocho hijos. Beatriz fue la quinta. Pedro Venegas fue Alcalde Mayor de Córdoba y embajador del rey de Castilla -Enrique III- en Portugal en 1395.

               Hermanos-as:

1º Egas Venegas, que pasará a ser III señor de Luque.

2º Gonzalo Venegas, canónigo, arcediano y obispo de Córdoba.

3º Pedro Venegas, caballero de la Orden de Santiago.

4º Alonso Venegas, comendador de Moratalla.

Beatriz Venegas, señora de los Alcaracejos y de Las Torrecillas, esposa de Pedro Carrillo, Mariscal de Castilla y IV señor de Santa Eufemia.

6º Urraca Venegas, que contrajo matrimonio con Diego Gutiérrez de los Ríos, señor del estado de Fernán Núñez.

7º Leonor Venegas, mujer de Diego Sánchez de Quesada, señor de Garciez.

8º Constanza Venegas, que fue abadesa de Santa María de Dueñas.

               Abuelos de Beatriz Venegas:

               Por parte del padre: Egas Venegas de Córdoba, nacido en Luque y I señor de Luque, y Beatriz de Tolosa (1330-1430) que tomaría al casarse el apellido de su marido y murió centenaria, algo inusual en la época.

               Por parte de la madre: Gonzalo Fernández de Córdoba, I señor de Aguilar de la Frontera, y de María García Carrillo.[2]

               Marido e hijos:

               Se casó con Pedro Carrillo de Albornoz (1390 – 1422) que era hijo de Fernando Díaz Carrillo de Albornoz, III señor de Santa Eufemia, Torrefranca y Vioque, y de Mencía López de Haro. Ostentó el título de IV señor de Santa Eufemia, Torrefranca, el Guijo y el Viso, mariscal de Castilla. Murió joven, a la edad de 32 años. A pesar de esta muerte tan temprana se casó dos veces. La primera esposa fue Leonor D’Estúñiga y la segunda Beatriz Venegas de Córdova, señora de los Alcaracejos. De su matrimonio con Pedro Carrillo, Beatriz tuvo tres hijos[3]: Álvaro Carrillo de Albornoz Venegas, María Carrillo de Albornoz Venegas y Teresa de Carrillo, V señora de Santa Eufemia.

Otros datos significativos sobre Beatriz Venegas

               Venta: 1425, junio, 6. Córdoba. Escritura de venta de tres yugadas[4] de tierra, otorgada por Gonzalo Gómez Cerón [jurado de Córdoba], hijo de Antón Gómez [de Córdoba], contador mayor del rey [Enrique III], a favor de Pedro Carrillo, señor de Santa Eufemia, y a Beatriz Venegas, su mujer[5].

               Cesión de los Alcaracejos y otras heredades: El 11 de agosto de 1435, mediante escritura, tuvo lugar la cesión otorgada por Beatriz Venegas, viuda de Pedro Carrillo, señor de Santa Eufemia, a favor de Diego Fernández de Córdoba [Fernández de Córdoba] (1410-1481), señor de Baena, por la que le da las heredades de "Torrecillas", el "Cortijo del Rubio", la "Reguera" y los "Alcaracejos", todas situadas en el término de Córdoba, como pago de la dote de su hija María Carrillo[6] [de Albornoz Venegas].

               Extracto del Testamento: 1450, 14 de septiembre. Baena. Extracto del testamento de Beatriz Venegas, viuda de Pedro Carrillo, señor de la villa de Santofimia, vecina de Córdoba. Ordena ser enterrada en Santa María de las Dueñas de Córdoba[7] con el hábito de San Bernardo [cisterciense] y, ya que su voluntad es morir monja, manda que si sucede así la sepulten donde las religiosas, y si no donde se halla su hermana Constanza Venegas, abadesa de este monasterio, y que se haga con el mayor secreto que se pueda y sin llanto, cosa que encarga a su hijo [político] Diego Fernández [de Córdoba] (1410 – 1481), mariscal [de Castilla], señor de Baena [después I conde de Cabra], y a su hija María Carrillo, mujer de éste. Dispone el modo de hacer las exequias y encarga rogativas por las almas de su marido y de ella misma. Señala que había donado al mariscal y a su hija María ciertos bienes que tenía en la Sierra de Córdoba y en término de Baena, y que como su deseo es retirarse al monasterio de Santa María de las Dueñas, ellos habrán de facilitar a éste una renta que determina. Ordena a su hija pagar las deudas que tenga y le deja un juro[8], además de nombrarle universal heredera. Designa testamentarios[9] a los dichos mariscal y María Carrillo, y a fray Fernando Calabacero, prior de San Pablo de Córdoba. Ante Francisco Fernández, escribano público de Baena por el mariscal Diego Fernández [de Córdoba], señor de la villa, y los siguientes testigos: Pedro Rodríguez de Córdoba, escribano real; Pedro de Torreblanca, alcaide y alcalde mayor de Baena; Pedro Sánchez, jurado, escribano público de Baena; Francisco Fernández, escribano público de Baena[10].

               Su hija María Carrillo realiza venta de heredades: 1459, agosto, 22. Baena. Escritura de venta otorgada por María Carrillo, condesa de Cabra, con licencia de su marido Diego Fernández de Córdoba (1410 – 1481), conde de Cabra, mariscal de Castilla, señor de la villa de Baena, del Consejo Real, alguacil mayor de la ciudad de Córdoba, por la que vende el heredamiento de tierras llamado Ochavo de las Torrecillas y Las Torrecillas, junto con una huerta en el Pedroche, término de dicha ciudad, a su sobrino Gonzalo Mejía, señor de la villa de Santofimia, y a Beatriz Venegas [era otra Beatriz], su mujer, hallándose presente como procurador de éstos Juan Ruiz, alcaide de la villa de Santofimia, por precio de 204.000 maravedíes. En unión de otros bienes y derechos, lo había obtenido por herencia de sus padres Pedro Carrillo y Beatriz Venegas. Firmas de los condes. Ante Pedro Rodríguez de Baena y Francisco Fernández de Baena, escribanos reales y notarios públicos. En una nota se añade que ese mismo día el conde hizo pleito homenaje[11], para mayor garantía, en manos de su primo Egas, su alguacil mayor de Córdoba[12].

Nota: al vender bienes obtenidos por herencia de sus padres, suponemos que estos han muerto. Se hace esta aclaración porque no sabemos la fecha de la muerte de la señora de los Alcaracejos. Si hizo el testamento en 1950, murió entre esta fecha y 1959.

A modo de epílogo

               Son muchos los interrogantes que quedan abiertos sobre esta señora y su título. No hemos conseguido saber por qué le otorgaron ese nombramiento. Todo indica que de escasa importancia, aunque singular. Tampoco sabemos el rey que se lo concedió y si tuvo algo que ver la condición de mujer. Por fechas de reinado pudo ser Enrique III de Castilla (1390 – 1406) o su hijo Juan II de Castilla (1406 1454). Ambos, del linaje de los Trastamara, fueron muy dados a conceder títulos nobiliarios para conseguir el apoyo de familias ricas e influyentes. Tampoco conocemos que tipo de señorío disfrutó aunque nos inclinamos por el señorío de solariego o de realengo. Ambos dependían de la voluntad del rey.

               Este título podría alterar la historia de Alcaracejos pues podemos entender que Alcaracejos no siempre fue territorio realengo ya que tuvo una señora y esta, en 1435, cedió los Alcaracejos, junto a otras propiedades, a su yerno, Diego Fernández de Córdoba [Fernández de Córdoba], señor de Baena, como pago de la dote de su hija María Carrillo. Por desgracia los Alcaracejos, en el primer tercio del siglo XV era un lugar y, aunque tuviera sus lindes, las desconocemos; así que tampoco podemos asegurar sobre que territorio ejerció su autoridad la señora de los Alcaracejos. Probablemente pudo ser un trozo de la parte norte de su actual término, zona limítrofe con tierras de El Viso y de Torrefranca, ambos territorios del señor de Santa Eufemia. Esta circunstancia se dio cuando en 1662, Felipe IV concedió a Santa Eufemia el título de condado.

               Sí tenemos constancia documental de las abusivas incursiones de Pedro Carrillo en 1412 en los Alcaracejos y que en peleas acaecidas en 1424 entre vecinos de los Alcaracejos, fueron los alcaldes y alguacil de Santofimia los que hicieron justicia pues Córdoba no puso remedio alguno. Es posible que, ante la pasividad de Córdoba, los señores de Santa Eufemia tuvieran los Alcaracejos como tierras de su propiedad. El poderío manifestado por el señorío calabrés, que coincide –aproximadamente- en fechas con la presencia y título de Beatriz Venegas, alcanzaría su culmen con el sobrenombre de “señora de los Alcaracejos” y tuviera su vigencia hasta la mitad del siglo XV, fecha de su testamento. Puestos a imaginar hasta es posible que fuera un título dado por el propio Pedro Carrillo a su esposa con el fin de amparar sus incursiones y abusos sobre aquel lugar para extender sus fronteras.

Diego Fernández de Córdoba ¿señor de los Alcaracejos?

               Está confirmado que este caballero recibió los Alcaracejos como pago de la dote por su casamiento con María Carrillo de Albornoz Venegas, pero nada sabemos acerca del título de señor de los mismos. Es posible que lo recibiera, pero comparado con los nombramientos que disfrutó (Por sus servicios a la corona le fueron otorgadas varias mercedes, titulándose I señor y I conde de Cabra (1455), I vizconde de Iznájar (1466) y señor de Baena, Rute y Zambra, y dentro de sus cargos fue ricohombre y mariscal de Castilla, alférez mayor y alguacil mayor de Córdoba, alcaide de sus Reales Alcázares, capitán general de la Frontera, alcaide de Iznájar y Cabra, alcaide y alcalde mayor de Alcalá la Real y su castillo de Locubín y fundador de su propio linaje la Casa de Cabra) debió parecer poca cosa y no hemos encontrado cita alguna como señor de los Alcaracejos. Habrá que seguir buscando.

               Muertos Pedro Carrillo y Beatriz Venegas, las presiones calabresas sobre los Alcaracejos parecen disminuir hasta desaparecer. Así, en 1468, según Carpio Dueñas, Alcaracejos dispone ya de concejo de aldea y depende con claridad de Torremilano. En 1488 Alcaracejos consigue su independencia y la categoría de villa.

        A pesar del tiempo dedicado a esta entrada poco o nada hemos sacado sobre la historia del pueblo. Lo cierto es que no hemos encontrado ninguna actuación de Doña Beatriz en Alcaracejos: ni capilla, ni calle, ni palacio, ni casa ni monumento alguno. Sencillamente nada. La única explicación que se me ocurre es que nombrarla "señora de los Alcaracejos" fuera una argucia de su marido para ampliar fronteras y poco más. Dicho queda.

[1] Otras formas del nombre son María Fernández de Córdoba García Carrillo y señora consorte de Luque.

[2] FERNÁNDEZ DE BÉTHENCOURT, Francisco. Historia genealógica y heráldica de la monarquía española, casa real y grandes de España. Tomo VII. Sevilla, 2003. p. 253-255.

[3] Algunas fuentes refieren que fueron cuatro.

[4] Cantidad de tierra que puede arar una yunta o pareja de animales de labor en un día. Es una medida agraria de superficie de carácter antrópico y tradicional, lo que la hace muy variable en distintas zonas y épocas. Su equivalencia con el sistema métrico va desde un cuarto de hectárea (2500 m2) a 32 hectáreas (320.000 m2).

[5] Real Academia de la Historia (Madrid), col. Salazar, 9/977 (ant. M-171), fol. 92-96. El fol. 97 está en blanco. Copia autorizada en 1593. Reg. Índice, vol. 37, p. 255. Documento con fecha incluido en el libro “Documentos sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo”, Universidad Carlos III de Madrid, 2016.

[7] Monasterio de Santa María de las Dueñas de Córdoba (España): existió como tal desde 1370 hasta 1868. Fue fundado por Egas de Venegas y Beatriz de Tortosa en 1370, abuelos paternos de Beatriz Venegas, quienes entregaron unas casas que eran de su propiedad para levantar el monasterio. Poco de la historia del convento ha llegado hasta la actualidad. Pertenecieron a la orden de San Bernardo hasta 1868 cuando fue exclaustrada la comunidad y sus religiosas se trasladaron al convento de la Encarnación, de la misma orden y en la misma ciudad. Parte del convento sería demolido para dar lugar a la Plaza de las Dueñas. La iglesia quedó en pie. Años después, parte del edificio sería utilizado como sede del cuartel de la Guardia Civil. Debido al estado de ruina en el que se encontraba sería definitivamente derruido en 1885.

[8] Pensión perpetua que se concedía sobre las rentas públicas por servicios prestados.

[9] Persona encargada de hacer cumplir la última voluntad de un difunto y de custodiar sus bienes hasta que se repartan entre los herederos.

[10] Real Academia de la Historia (Madrid), col. Salazar, 9/813 (ant. M-6), fol.177v- 178. Autógrafo de Salazar, obtenido del original del archivo del duque de Baena. Reg. Índice, vol. 29, p. 225. Documento con fecha incluido en el libro “Documentos sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo”, Universidad Carlos III de Madrid, 2016.

[11] Hacer pleito homenaje es llevar a cabo un solemne juramento de fidelidad al rey o a un señor.

[12] Real Academia de la Historia, col. Salazar, 9/824 (ant. M-17), fol. 245-246. Copia autógrafa de Salazar, hecha del original en pergamino del archivo de los marqueses de La Guardia. Reg. Índice, vol. 30, p. 362. Documento con fecha incluido en el libro “Documentos sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo”, Universidad Carlos III de Madrid, 2016.

 

 

miércoles, 13 de julio de 2022

Mohino & Mojino

Alcaracejos: Calle Real número 3

               Supongo que son muchos y muchas los / las que se han dado cuenta que mohino y mojino no son la misma cosa.

               De entrada mohino es una voz que nuestra RAE acepta. Mojino no viene como tal. Mohino aparte de triste y melancólico, hijo de caballo y burra, color negro de pelo u hocico en una res vacuna y rabilargo, también alude a aquel contra el que van los demás que juegan. Así que con la RAE en la mano tenemos que olvidar, al menos un momento, la asociación de mojino con pájaro. Que al rabilargo se le llame mohino es una afirmación contrastada en multitud de textos, pero pongamos entre paréntesis o en entre dicho la relación mojino-pájaro. Es cierto que en muchos lugares de España, por facilidad, hemos cambiado la “h” por la “j” y llamamos “mojino” al rabilargo, pero además de pájaro en el lenguaje de la calle, la palabra “mojino” puede tener otras connotaciones muy distintas.

               No hemos tenido que buscar demasiado para encontrar que mojino es un mote del lugareño con respecto a los demás pueblos de alrededor (García Benítez, A. -1981)[1]. O sea que para este autor, la palabra mojino se aplica como elemento diferenciador que sería mote y no gentilicio y con este calificativo se quiere distinguir a los habitantes de una villa, o lugar, respecto a los vecinos de otros pueblos que lo rodean.

               Insistimos y buscamos más: en la RAE, por apodo o mote se entiende el nombre que suele darse a una persona, tomado de sus defectos corporales o de alguna otra circunstancia. Gentilicio sin embargo deriva del latín, gentilicius, que a su vez proviene de gentilis, lo cual denota relación con un lugar geográfico. En el caso de Alcaracejos, no sería la primera vez que –en este sentido- oímos y leemos alcaracejense o alcaracejeño.

               Con algo más de hincapié, me he topado en Solienses con la relación de motes y gentilicios que don Juan Ocaña[2] asignó a los pueblos de la comarca de Los Pedroches. Así nos encontramos con una amplia relación donde algunos recuadros están sin rellenar:


               Por lo que respecta a Alcaracejos, parece que “mojino”, conceptualmente, ha respondido más a mote que a gentilicio, aunque por tradición como veremos luego–al menos en el siglo XX- se haya considerado gentilicio. Para más información sobre apodos y gentilicios en Los Pedroches, remito a la entrada de Solienses de 11 de enero de 2009 y a los sabrosos comentarios que la acompañan. ¡Merece la pena emplear un par de minutos en su lectura!

               También son de interés las reflexiones que Juan Francisco Peralbo[3] publicó en la Revista de Feria de Alcaracejos, en 2013, en las cuales explica y relaciona, desde su punto de vista, multitud de aspectos sobre el vocablo “mojinos” y otros motes y gentilicios. Especial interés tienen sus conclusiones donde llega a citar más de diez palabras diferentes para calificar a los/as nacidos/as en Alcaracejos.

               Siguiendo con lo escrito por Ocaña en 1961 dice que “Llaman a los de Alcaracejos “MOJINOS”, palabra que significa cierto mestizaje y que puede admitirse aquí si consideramos que se encuentra situado en el vértice, o confluencia, del condado de Belalcázar con los términos del [señorío] de Santa Eufemia y las villas de Los Pedroches, a lo que pudiera aludir el mote”. Es decir “mojino” sería considerado el habitante de Alcaracejos, zona fronteriza de Los Pedroches con los dos señoríos citados. De este modo Alcaracejos se convierte en frontera y encrucijada pues hacia su izquierda, el Oeste, está el Condado de Belalcázar, hacia el Norte el Condado de Santa Eufemia, hacia el Este el resto de villas realengas y hacia el Sur la ciudad de Córdoba: cruce de caminos, de comercio, de viajeros y de intereses de todo tipo. Así explicamos el sentido de mestizaje que Ocaña insinúa a la palabra “mojino”. El término territorial de Alcaracejos es un término frontera. Si esto fuera así, al menos es una hipótesis a considerar, “mojinos” pudiera ser gentilicio pues va íntimamente ligado con la zona geográfica y entonces pudiera ser también que, aceptado el cambio de mohinos por mojinos, fueron los habitantes de Alcaracejos, los mojinos, los que dieron nombre a los rabilargos y no al revés, dada su abundante presencia en esa zona. Por extensión, los rabilargos serían también mojinos por ser pájaros que viven y se reproducen en tierras fronterizas. De ser así la historia de costumbres similares entre personas y pájaros, ambos mojinos ya, alcanzaría las cotas de leyenda que es lo que siempre ha sido, ya que, en mi opinión, nadie pudo demostrar nada concluyente en este sentido.

               Don Juan Ocaña sigue diciendo que “hasta no hace mucho tiempo han existido y han llegado a ser proverbiales las “pedreas” –apedreos se decía en mi niñez- o luchas entre los pueblos limítrofes, o barrios de una misma población, como este las tuvo con los de Villanueva del Duque. En nuestra infancia hemos presenciado estas enconadas “batallas campales” en las que, al lanzar iracundos las piedras se apostrofaban los chicos a gritos con los respectivos apodos: ¡MOJINOS!, ¡CUERVOS![4], que este último es el de los de Villanueva del Duque.

               La ornitología del Valle nos dice que en sus campos existe un ave llamada mojino, la cual acude con decisión y en bandadas cuando uno de los suyos se encuentra en peligro y acaso tuvieran esa condición los muchachos en estas luchas, cuya solidaridad perduraría en las edades maduras, lo que hizo, tal vez que le fuese aplicado dicho mote”.

               Para enredar el tema un poco más, de quién fue primero si las personas mojinas o los pájaros, igual pudieron ser los alcaldes y alguaciles de Santa Eufemia los que colocaron el calificativo de “mojinos”. Conocedores de las costumbres de estos pájaros, cuando los calabreses atacaban y robaban a los vecinos del lugar de los Alcaracejos, en 1412, ante la valentía y la defensa colectiva de aquella gente alguno pudo observar que “gritan y se defienden igual que los mojinos”.

               En todo caso el matiz introducido por Juan Ocaña de asociar con mojino algo de mestizaje unido con el matiz de fronterizo resulta innovador y da pie a pensar en posibilidades diferentes a las mantenidas hasta ahora.

Ejemplos de asociación Mojino ~ Alcaracejos

        Desde tiempo inmemorial se conoce la letra de una jota muy popular: “Somos de Alcaracejos, somos mojinos, somos entreverados como el tocino”[5].

        En 1912 es la primera vez que podemos leer “mojino” en un texto escrito. Fue en el diario Córdoba del 11 de abril: se recogen gentilicios de la comarca.

        1961: Don Juan Ocaña Torrejón en la obra que ya hemos citado en estas líneas.

        1966: la enciclopedia Espasa – Calpe recoge mojino como gentilicio de Alcaracejos.

     1976: Letra de las sevillanas a Alcaracejos, Antonio García Rodríguez: “La patrona de mi pueblo, se llama Virgen de Guía, Reina de “tos” los mojinos y de gran soberanía[6].

        1983: Copla de Carnaval compuesta por Claudio Muriel: “Así que a reír mojinos, no pongamos muchas trabas, pues si hoy manda Felipe, mañana puede ser Fraga”[7].

        2009: http://solienses.blogspot.com/2009/01/apodos.html

   2010: Se inicia http://alcaracejosdigital.blogspot.com/: contiene veinticinco entradas bajo la etiqueta de “mojinos”.

 2013: Artículo Programa de Feria de Villanueva del Duque, Marisa Doctor. http://www.villanuevadelduque.com/libro-de-feria-y-fiestas-2013/

        2018: ABC de 28 de febrero. Noticia sobre Alcaracejos.

Otros mojinos

               La palabra mojino podría derivar de “moji” o “cazuela mojina”, aceptadas ambas por la RAE. “Mojinos” es un gentilicio popular, sea alias, mote o apodo. Es un adjetivo general que deriva de algo peculiar de la localidad o de su historia pero no es un gentilicio directo que delate el origen o procedencia de las personas, ya sea por ciudad, provincia, región o país.

               Según Moreno López, M. (2011) se llama “mojinos” a los oriundos de La Herguijuela (Ávila) por ser muy golosos o aficionados a degustar dulces y, en concreto, de tomar a primera hora de la mañana “mantecaos y aguardiente”[8].

               Tomás de la Torre Aparicio, en su obra Gentilicios Españoles, recuerda que también se apodan “mojinos” a los naturales de los pueblos cacereños: Jaraicejo y Berrocalejo, del toledano: Aldeanueva de San Bartolomé y del cordobés: Alcaracejos. Podemos añadir que a los nacidos en Rio Tinto (Huelva) se les apoda mohinos, por su relación con los rabilargos, conexión que ahora si muestra la RAE.

               Una vez más la incertidumbre, pues nos movemos con interpretaciones y no con pruebas ni con certezas. Está muy claro que mojino puede pasar como gentilicio histórico y legendario de los nativos de Alcaracejos. Aunque no sea tarea urgente, ni importante, habilitar un nuevo gentilicio que derive directamente del nombre del pueblo podría estar bien. No se trata de borrar ni de quitar nada. Sería una reinterpretación similar a la que se hizo con el escudo y bandera del pueblo.



[1] García Benítez, A.: “Estratificación social de un pueblo de la sierra sevillana”, Etnografía Española, nº2, 1981, pp 7 – 40) https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/58597/ETNOGRAFIA%20ESPA%c3%91OLA.pdf?sequence=1&isAllowed=y

[2] Ocaña Torrejón, Juan: “Apodos de los naturales del Valle de los Pedroches”; Boletín de la R.A. de Córdoba de Ciencias, Bellas Artes y Nobles Letras. Vol 32, nº 81, 1961 – pags 141 – 148.

[3] Peralbo Redondo, J.: “Breves notas sobre los gentilicios”. Revista de Feria. Alcaracejos, 2013. pp 13-25

[4] Los encuentros entre cuervos y rabilargos deben de ser muy escasos. Los cuervos pueden saquear las puestas a los rabuos. Cuando los cuervos están cerca de los nidos de estos, los rabilargos se muestran como enloquecidos y los intentan ahuyentar. O sea que el cuervo podría depredar huevos y pollos y, lógicamente, el rabilargo lo ve como una amenaza. En cualquier caso esto habría que tabularlo y comprobar con qué frecuencia ocurre. Quizás ese comportamiento de brusca convivencia entre los cuervos y rabilargos tenga algo que ver con los respectivos apodos de los naturales de los dos pueblos y relacione los antiguos malos rollos entre Villanueva del Duque y Alcaracejos, hoy por fortuna desaparecidos.

[5] López Navarrete, J.: “Recopilación de datos sobre Alcaracejos y sus costumbres”, 1988. Edita Ayuntamiento de Alcaracejos. Pág 125.

[6] Idem. Pág 109.

[7] Idem. Pág 140.

[8] Moreno López, M.: La Herguijuela, Breve recuperación de hechos, curiosidades y documentos históricos. Comisión de Fiestas, 2011.




viernes, 8 de julio de 2022

Alcaracejos y sus archivos

 

Archivo General de la Administración (1939). Calle José Antonio,
 hoy calle Maestro Miguel López. A la izquierda la Residencia Antonio Mansilla

            Desde hace muchos años se han guardado en mi casa documentos y fotos, básicamente de temas familiares. Mi padre también solía archivar papeles de la mina -trabajó en Cantos Blancos- de las huertas que tuvo y sobre todo, del almacén de materiales de construcción que compartió con José Pérez Caballero.

            El archivo de documentos en una familia, en una empresa o en una institución es de vital importancia ya que, clasificados y ordenados, nos facilita enormemente la gestión, la búsqueda y su historia. Elementos de archivo son todo tipo de objetos, cuadros, estatuas, papeles, fotografías, máquinas, utensilios, armas, inventos, …Lo archivado ha sido y será siempre testigo de una historia, historia que a los humanos nos gusta conocer por sus repercusiones, curiosidad o nuestra relación con ella. Los archivos encierran muchas explicaciones.

            Hoy, por su tremenda facilidad de uso, el formato digital es el más habitual para archivar y casi todo termina almacenado por medio de él. Imágenes de todo, como fotos o vídeos, las amontonamos en el ordenador o en el móvil. Aparte de nuestro mini – almacén está la Red, dónde con un par de clics nos trasladamos de la Viena imperial a la selva africana. Internet nos ha aproximado al don de la ubicuidad convirtiéndonos en dioses virtuales. De forma análoga ocurre con los textos, sean propios o ajenos, chinos o americanos. Cada vez que visito la maravilla de la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica no dejo de sorprenderme.

            De Alcaracejos me preocupan muchas cosas: entre ellas, sus archivos. Sé que es un pueblo pequeño y que el mundo seguiría prácticamente igual si desapareciera, pero es mi patria grande, la tierra que conocí de niño y a la que me gusta volver. Es el lugar donde crecí, jugué y tuve mis primeros amigos. Calles, viviendas, paredes y caminos son mucho más que eso, al verse enriquecidos por mis recuerdos y mi imaginación.

            Por todas esas vivencias y por la importancia que tienen las raíces –un árbol sin raíz es un vegetal condenado a muerte- reclamo la recuperación de todo el material posible que se relacione con la historia y la existencia de Alcaracejos, teniendo en cuenta que es trabajo de todos.

Yacimientos de material de archivo

            Me consta el gran trabajo que se hizo para clasificar y ordenar el Archivo Municipal, AMAL dicen algunos, https://alcaracejos.es/archivo-historico/, pero es insuficiente. Ahora habría que conectar lo digitalizado a la red y, desde luego, seguir digitalizando. 

            Durante la Guerra Civil tuvimos la desgracia de perder buena parte de lo archivado en el Ayuntamiento –casi tres años- y prácticamente todo lo almacenado en la Parroquia de San Andrés, que según Ramírez de las Casas-Deza (1802-1874) y el contenido de unos inventarios de principios del siglo XX, no eran poca cosa.

            Aparte de los archivos municipal y parroquial han existido y existen otras entidades e instituciones, públicas o privadas, del pueblo que seguro que podrían aportar información y datos de interés. Estas líneas no pretenden acusar a nadie ni buscar responsables. Sí se aspira a concienciar al pueblo de la importancia de guardar documentos, objetos, fotografías y testimonios. No se trata tanto de investigar lo que se mueve por internet, sino de custodiar en locales del pueblo materiales de archivo que pertenecen a esa propiedad colectiva que es nuestro Patrimonio.

En el ámbito público

            Suponemos que las escuelas públicas habidas en el pueblo deberían de haber guardado documentos relativos al funcionamiento, gastos, relación de alumnos/cursos, visitas de inspección, dotaciones, etc…¿Hay algún material? ¿Dónde está?

            Tras una serie de escandalosos robos en Alcaracejos y en la comarca, el cuartel de la Guardia Civil se abrió en Alcaracejos en 1896 y ha estado funcionando alrededor de cien años. Se entendería que estos archivos pudieran contener material sensible o confidencial, pero sería importante conocer dónde se guarda, qué se guarda y a qué se puede acceder.

            El Silo (1970 - 2005) es otra entidad que por su importancia para la localidad seguro que almacenó documentos interesantes. He hecho algunas averiguaciones pero no acaban de fructificar del todo y pudiera ser que, una vez que cesaron sus servicios, los archivos se trasladaran a la Cámara Agraria Local.

            El edificio de la Cámara Agraria Local se cedió al Ayuntamiento de Alcaracejos en 2013, pero no se conoce lo que se hizo con la documentación que se archivaba en esa oficina.

            Por solicitudes realizadas, puedo afirmar que el material del Juzgado de Paz de Alcaracejos se conserva bastante bien y funciona con eficacia.

En el ámbito privado

            Aparte de organismos públicos, en Alcaracejos siempre han existido cofradías y hermandades, todas ellas dentro del ámbito religioso y privado. Estas asociaciones muy ligadas a la sociedad civil mojina han desempeñado un papel muy importante en la vertebración social del municipio y en la defensa de las tradiciones. Desde aquí quiero hacer un llamamiento para que se conserven los libros de actas de las reuniones celebradas, folletos de las actividades realizadas, estatutos y sus modificaciones, inventarios, relación de gastos e ingresos, fotografías, etc…

Apuntes del Padre Fidel Fita. Mina Ferreras (1913)

        Con el riesgo de olvidar alguna, entre ellas podemos citar: Hermandad Nuestra Señora de Guía; Hermandad de San Isidro Labrador; Cofradía Virgen de los Dolores y Santo Entierro; Hermandad de San José; Cofradía de Nuestro Padres Jesús Nazareno; Hermandad de la Virgen del Carmen; Cofradía o hermandad de la Virgen del Rosario; etc…

            Fuera del ámbito religioso hay otros tipos de inquietudes que se canalizan por medio de la Asociación juvenil mojina; Asociación de Mayores de Alcaracejos;Asociación de mujeres mojinas; Asociación de Empresarios de Alcaracejos; Asociación Cultural Carnaval Mojino; Grupo de Costura; Grupo de Danzas “Los Jarales”; Coral Nuestra Señora de Guía; Agrupaciones locales de partidos políticos; Peñas de Fútbol; Grupos ligados a la Sociedad de Cazadores; etc…

            Sería interesante haber conocido y guardado la documentación, correspondencia, facturas, etc… de la mina de Cantos Blancos, propiedad en su día del Banco Bilbao-Vizcaya. Aunque destruyeran documentos por creerlos inútiles, seguramente se guarda información en sus dependencias, ahora BBVA.

            Algo parecido podríamos decir de las Minas del Rosalejo. Me consta el nombre de varias personas que trabajaron en sus oficinas y que la familia Aguirre, de Madrid, fue la dueña de las instalaciones. ¿Alguien guarda papeles de esta entidad? ¿Dónde podrán estar?

            Insisto que no se trata de buscar por internet información sobre Alcaracejos, su historia y sus tradiciones, etc, etc… Se trata de consolidar en el pueblo un banco de datos por medio de documentos originales que se originaron y se originan en el pueblo. Estas líneas son una llamada de atención sobre el buscar, ordenar, clasificar y archivar pruebas definitivas que certifiquen nuestra presencia y nuestra memoria colectiva como villa. Estamos hablando de conservar nuestro patrimonio cultural, social e industrial, ni más ni menos.

3/11/1837.- Las Siete Villas